miércoles, agosto 31, 2011

Necrofilia Fingida

¿Lloran los muertos?
Ignoro el agravio de mi cuerpo, la merma de sus capacidades. Hoy vine al trabajo montando mi bicicleta, los audífonos en mis oidos vibraban Janis Joplin, hoy sera una noche lejana de los sesenta, Eugenio Barba estudia en Polonia y asiste a un insólito Cabaret donde juega la Morgue. Mas tarde, tocan salsa y juega la Mecha. Hoy no voy a querer tampoco confrotarme, hoy quiero esta rutina para poder destruirla, hoy no quiero escribir pero a mi cuerpo se le escapan las ganas, ese daño que cargo en la espalda, esa pérdida constante de la voluntad. Esta inercia de la que no salgo. Otra vez las mismas letras, el mismo desahogo con rencor, pero no, no tanto, suelto resentimientos y no sé si eso me convenga o no.
Mis ínteres personales han sido sepultados y no lloran.
Mis apariencias asisten al velorio y guardan el luto, su verguenza las hace bajar los ojos pero no guardar silencio.
tampoco gritan

jueves, agosto 25, 2011

¿Hacia un Teatro? pobre...

Ayer soñe que venía caminando al trabajo en caluroso día, todo resplandecía más de lo normal, la orina de los perros que se estrella contra los arboles, la saliva en las lenguas de las muchachas que remojan sus labios para provocar, todo brillaba esos colores innombrables, nada lucía cotidiano, nada parecía real, todo lo era. Subí las escaleras del palacio de justicia y más turbaron mi cuerpo las miradas de la gente, esa sensación de entrar a un lugar donde empiezas a tener secretos. Sentí en mí la culpa y agaché penosamente la mirada, saqué de mi bolsillo el carnet y marqué en la máquina registradora que hay a la entrada, al empujar el torniquete quedé apretado en contra de muchas personas, estaba el bus estancado en mitad de una congestión, iba tarde al trabajo y una mujer rubia apoyaba las tetas sobre mi mano que agarraba la varilla, algunos hombres cruzaron miradas y sentí que iban a robarnos, yo tenía en el morral la plata del arriendo, entonces caminé desesperado hasta la puerta empujando a la gente que gruñía, al llegar al trabajo uno de mis compañeros propuso que apostaramos cinco números en la lotería, si ganamos, dividimos el dinero y cada uno se queda con seis mil millones el equivalente a trescientos años de nuestro actual trabajo. Me desperté en el bus, habían abierto el morral y robado la plata del arriendo. A partir de hoy juego siempre cinco números.

miércoles, agosto 24, 2011

Combustión Instantanea

Si nos quisieramos un poco más, no jugariamos tanto.

¿Que tan muerto esta el metal frío que atraviesa el cuerpo y luego se oxida?
¿Que tan fría la infección que nace y se impregna de metal y cuerpo?

Cuerpo que la escucha y trata de expulsarla.
Pero ella se aferra al metal oxidado.
Cuantos barrotes llegaran a destrozarnos.
El cuerpo se calienta.
Dispuesto esta a morir quemado por su propio fuego
nunca a ser colonizado por otro organismo,
así trabajan los virus
a muerte.

Que tanto quiere vivir el cuerpo que produce cáncer,
anticuerpos.
Autodestruirnos es nuestra naturaleza,
nuestra violencia.
Nuestra hambre.
Nuestros impulsos son sexuales, nuestros desfogues son adicciones.
Nuestros secretos son vanidad, nuestro legado la vergüenza.
Lo que nos mata
nosotros mismos.
Lo que nos hace aferrarnos a la vida
la vejez
la terquedad
la planeación, lo no espontáneo, lo previsto
Dios.
Son barrotes que no nos rodean
que nos atraviesan
se oxidan
luego

se infectan

infectan.

y nuestro cuerpo nos mata.

¿para que buscar otra salida?

miércoles, agosto 17, 2011

Capital Factor

Papá te regala un paquete envuelto.
Me lleno de ansias y miedo.
A punto de orinar levanto el bizcocho del inodoro, fuerte liquido sale disparado de mi y se estrella contra el borde, tal como me dijeron que no lo hiciera. Fui advertido, ha sucedido lo peor, no voy a limpiar con papel higiénico todo lo que salpiqué, no volveré a ser responsable nunca más.
David, usted esta mamando gallo con todo, además de llamarle la atención, tendremos que ponerle un memorando para que dañe su hoja de vida.
Sigo sintiendo esta asquerosa sensación durante las noches, que creo que me regañan, que me persiguen, que creo que estoy haciéndolo todo mal, que creo que estoy incorrecto.
Me lleno de ansias y miedo.
Cada día escribo con menos errores ortográficos, como si quisiera empezar a seguir sus reglas, como si eso me nutriera, como si fuera a ser una persona mejor cada día.
No, en serio.
Estoy nervioso nervioso y tengo este vacío en el estómago pero no por eso me van a perdonar ser un irresponsable. Quiero pronto que llegue el día en que haga lo que haga, disfrute y viva envuelto en placer sibarítico. Quiero ser un perro feral y andar por la calle consiguiéndome mi comida y enfermando noche tras noche hasta morir.
En el fondo, no quiero masturbarme, quiero acostarme contigo.
Hoy no quiero fumar, tal vez a la noche con Juan.
Hay algo que quiero mas que nada en el mundo y no es el paquete envuelto de papá.

Pablito jugaba entre ruinas incas, jugaba con el oro. Se divertía incluso antes de que los escombros costaran tanto dinero.

martes, agosto 16, 2011

Destruyete a ti mismo.

Corteme a los lados con tijeras, tambien sobre la frente, tenga cuidado con las orejas y con la trenza. El pendiente quítemelo si puede, desde que me abrí el lóbulo no he podido sacármelo. Déjeme verme por detrás en el espejo. Ese reflejo de lo que soy, el del espejo sabe quien he sido, sabe quien serè. Vaya uno a saber si yo soy el que vive realmente. Quizà yo no soy quien se corta el pelo. Siento venir el dìa en que enfurecido clavarè la punta de las tijeras contra el espejo.
Entre mas me apuro menos avanzo.

viernes, agosto 12, 2011

Tumba Saqueada

Si tiene que morir, morirá quemado. Sus hijas no llorarán sino hasta que vean a la madre víctima, ultrajada y seca. Sola. El pueblo entero reirá de ella, su dolor sera denigrado por escupitajos de niños pequeños, los viejos la compadeceran. Su espíritu sera colgado en la plaza, su feminidad o lo que quede de ella yacera crucificada incapaz de cerrar su centro, miles de lobos salvajes le desgarrarán el sexo. Ella deseará morir a como de lugar, pero en hirviente fiebre de sufrimiento físico, verá por ultima vez a sus hijas, no rogando porque se mantenga en vida por ellas sino deseando que su cuerpo quede libre, entonces será placentero morir.

jueves, agosto 11, 2011

PERJUDICIAL

Excesos atentan contra mi salud, necesidades que me impongo, al tiempo soy fabricante y consumidor de mis deseos. No significa esto volver al tiempo de temer las consecuencias, de encubrir el placer autodestructivo. No se trata de sentenciarme, pero esto es un juicio atrevido y franco, exento de piedad que surge del cansancio de años enteros acercándome a los demás, pretendiendo entender su lenguaje.

Compadecer envejece.

Quiero...
Quiero algo.
Cuando quiero algo y escribo que lo quiero, dejo de quererlo un poco. Equivocar y no pasar por encima de mi error como avergonzado huyendo de alguna condena.
Quiero interpretarme.
El negocio del rompecabezas complejo.

Grita el pueblo en la tribuna, delirando al ver morir esclavos.
Estrellas escarlatas que fueron bordadas al escudo con sangre, porque no decirlo, con dinero de la coca, tampoco se trata de negar las culpas, pero el fuego es cruzado, las balas corren de lado a lado buscando pechos, cada cual decide donde esconderse o donde luchar.

El parlamento británico se compromete a indemnizar al mundo por el daño que los Rolling Stones han causado a la juventud.

Subestimar alimenta, no se juega con el hambre del pueblo.

Hoy Don José Eustacio yace muerto en una tumba, la lápida sobre la tierra no dice su nombre, ya sus huesos se han desintegrado todos menos su craneo, hace cuarenta años murio baleado por el General Naranjo en la selva del Cauca, ese día recogió el cultivo de tres meses, las plantas de amapola conocieron el secreto, su cuerpo fue metido en una bolsa negra y llevado al laboratorio que antes había sido desmantelado, fueron robados casi cien kilos de heroína pura, proecsada y lista para ser enviada ilegalmente vía marítima, oculta en un barco oficial de la armada nacional que atracó en un puerto inglés de la ciudad de Liverpool, donde un desconocido recibió la mercancia, despues de probarla decidió bautizarla Brown Sugar, afirmó que era el diablo a caballo mas puro que jamas había probado, luego la distribuyó a los expendedores, uno de ellos fue contactado por Keith Richards, en una tarde luego de tocar ocho horas seguidas, Keith Richards chuzó su antebrazo izquierdo, empujó con sus dedos suavemente la jeringa, hoy, en esos mismos dedos que han cambiado ya de sangre muchas veces, hay un anillo de plata con una calavera, el unico hueso que queda despues del desmadre, dicen que se lo regaló el diablo.

Cumpleaños Gustavo Ceratti.
Gracias a la droga, el fútbol del diablo.

martes, agosto 09, 2011

Tablas

Y si vas a la derecha y cambiás hacia la izquierda, adelante. Es mejor que estarse quieto, es mejor que ser un vigilante. Si me gustan las canciones de amor y me gustan esos raros peinados nuevos ya no quiero criticar sólo quiero ser un enfermero. Y si trabajás al pedo y estás haciendo algo nuevo, adelante. Y si cantas a la luna y perdés la vida en un instante, si luchaste por un mundo mejor y te gustan esos raros peinados nuevos no quiero ver al doctor sólo quiero ver al enfermero. Dame un poquito de amor no quiero un toco. Quiero algo de razón, no quiero un loco. Apagá el televisor. Si lo que te gusta es gritar desenchufa el cable del parlante. El silencio tiene acción el mas cuerdo es el más delirante. Me gustaban las canciones de amor me gustaban esos raros peinados nuevos de chiquito fui aviador, pero ahora soy un enfermero.


Escapo de la vida para verme con ella, se convierte en una penosa necesidad andar acudiendo a esas citas clandestinas, de la luz que juzga nos refugia el ancho mar de gente, como único testigo la ciudad de los pibes sin calma, este velorio urbano sin mar ni carnaval, ahorita me ví con ella, quedamos en una casa del centro, la casa de uno de sus amigos, estaba toda desordenada y cargaba una biografía de Robert Nesta Marley Booker, había unos audífonos reposando sobre el teclado como diciendo escúchate a ti mismo, sopórtate tu ruido para después obligar a los demás a que lo escuchen, sonreía, en vez de puerta tenía un colchón en un hueco de la pared, un tablero de ajedrez imantado. La mañana que la conocí tambien jugamos ajedrez, fue en la escuela, durante el tiempo de recreo, las partidas se convertian a juegos ilegales con el sonido del timbre. ¿Apuestas? me preguntó, cuando faltaban cinco minutos para el fin del descanso, aposté mi vida. Eso la sedujo, aún no sé si me dejo ganar. ¡Gané el derecho de perder alguna vez contra ella! Al día siguiente vino y ganó. Fueron meses seguidos de verme con ella diariamente a escondidas, en el baño, en el bosque, incluso entraba ella al salón de clase, tantos profesores que me vieron alarmados con ella, no pudieron hacer otra cosa que quejarse con los curas. Hace rato que no la veía, mientras esperaba sentado en la cama pensé en volcar toda esta violencia que me blinda y que me invade hacía mi. Durante años había intentado escribir lo que no compartía de los demás, lo que repudiaba, pero en ese momento, mientras esperaba ansioso las llamas de su inquisición, quise dejar de hacerlo, quiero ahora reventar contra el papel todos mis defectos y estrellar mi autoridad a mi utopía, hoy jugamos de arriesgada manera, todos nuestros hombres salieron a matarse, empezaron a rodar tablero abajo hasta la cama. Creo que me equivoqué demasiado, pero ella no quisó dejarme ganar esta vez.

Siempre que le gano, me alejo pensando contento en que puedo definir el juego del ajedrez con palabras como si lo comprendiera absolutamente, cuando pierdo me voy creyendo que sé como se debe hacer todo para ganar.

Los empates me dan sed.


lunes, agosto 08, 2011

Padre y Siniestro Señor

El reloj desesperado se prendía de su muñeca izquierda, los dedos empuñaban la manija del maletín, adentro, papel plagado de repeticiones, de órdenes alternos. ¿Se puede decidir plenamente sobre estadísticas? ¿Realmente es correr un riesgo arrojarse con prisa sobre las mismas veintisiete letras? No era temprano pero nadie le iba decir que era tarde, nadie iba a reprocharle ser como era.
Vestía impecablemente y lavaba su cabello a diario. Envejecía pero le consolaba la idea de escribir una suerte de autobiografía, en ella confesaría que había vivido feliz, que cuando joven pensó en combatirlo todo, en repartir, pero se dio cuenta de que hay que aferrarse al medio y crecer en él, ganar poder para decidir, sacrificó entonces el tierno ímpetu revolucionario, se anticipó inteligentemente a la desgracia de pasar hambre. Aprendió como comprar la palabra, ciertos obstáculos jamás pudieron volver a detenerlo.
Así quiso a su familia, a su esposa y a sus dos hijos, así compró lo que ellos necesitaban. Difícil creer que eso no le hacía feliz, que no vivía satisfecho de su envidiable realidad. ¿Qué más se puede pedir sino el placer de hacer lo que te gusta? ¡Que más sino poner en la boca de los que quieres el pan cada día! Ese incesante progreso, ese deseo de estudiar permanentemente, de nutrirse. Confiaba en la academia, sabía que en ella encontraría el desarrollo de la civilización, levantaba su frente y erguía el pendón de la razón y las buenas costumbres. No estaba tan erguido cuando entró a la universidad, cuando se sentó en el escritorio y esperó dos horas hasta que terminó el examen, uno por uno le llevaron sus respuestas, sus intentos, sus ilusiones profesionales, sus yerros. Bebió del pocillo otro sorbo de cafeína, un poco por reflejo, por necesidad, pero también para disimular cualquier impulso sexual, sus estudiantes eran jóvenes, la sangre corría con adrenalina por esas arterias, por esos pómulos enrojecidos, por la espalda, por el arpa, por las rodillas húmedas y relajadas, esa tensión de las caderas, por esos muslos blancos como frágiles, por ese anhelo de romperla, de hacerla gemir hasta el llanto. Pero lo ocultaba toda tentación tras el estimulante negro. Debía guardar su imagen, mantenerla a buen nivel, era consciente de que su bienestar dependía de ella, su convivir cómodo con el entorno, el techo de sus hijos. Por eso acogía con respeto las enseñanzas del catolicismo, aunque se presentaba como católico y justificaba de ese modo sus nexos familiares se permitía dudar y juzgar las acciones de las autoridades religiosas, le asqueaba la pedofilia en la iglesia pero los había bautizado bajo esas mismas manos, aún pretendía regir sus vidas, se llenaba la boca argumentando porqué era buen padre, buen esposo, lo era porque sus ganancias económicas estaban dispuestas a ostentar su perfecta vida matrimonial. Se contuvo de mirar la cola de la última estudiante que salió del salón. Al terminar su café y ponerse de pie un estudiante entró al salón con la cara pálida y horrorizada, iba de su mano una niña de unos cuatro años de edad con la mirada perdida en el vacío, ella relató macabramente con sórdida frialdad como su padre la había insultado, golpeado, torturado y cómo la penetró a la fuerza con un plátano, rompiéndole el himen. El reloj colgado a su muñeca se detuvo. Quiso haber gritado, pero la violencia que lo caracterizaba no tuvo salida de su cuerpo muerto, se limitó a decir que ese acto no se consideraba jurídicamente como una violación. Siguió estudiando derecho hasta la muerte, siguió convirtiendo a sus hijos en adictos al deseo reprimido, tuvó el dinero para comprar un piano a su hijo mayor, nunca el tiempo ni las ganas de sentarse a su lado para jugar a la música, si el tiempo, las ganas y la voluntad de bautizarlos en la culpa católica, siguió yendo a la iglesia, siguió asqueándose de la pedofilia, siguió enviciado al tinto, nunca escribió su autobiografía, desde aquel día no volvió a fornicar con su esposa.

De Vega murió de viejo, su cara lucía petrificada en una expresión de tenaz remordimiento.

Logomono para Garseven

(Aunque tenga los ojos vendados con las monedas de los ricos juego)

No trabajar más. No hablar, pensar, obedecer para sufrir y ganar dinero.
Nosotros no podemos estar pensando que alguien nos quiere, porque nos quiere vivo, y eso te da miedo a la muerte, puede llegar demasiado pronto o demasiado tarde. Someto mi cuerpo a su deseo, poco a poco me hago adicto a esta tortura. Primero un Domingo y después todo en la vida es cuestión de costumbre, viene otro día y otro… Terminas conformándote con existir, que placer. Esta pena, porque en el fondo lo que me sigue gustando es otro tipo de mujer, adentro mío yo soy igual que todos los reaccionarios hijos de puta que me hacen mártir. Imposible que el espejo no me devuelva la mirada. Ya la vejez nos sujeta a hilos invisibles, somos marionetas de nosotros mismos, soy como ellos, igualito. No creo en la moral pero me seduce la mujer maldita, la abrazo con sevicia, me aferro a ella que es mi propio encierro.
Estoy sucio de límites y cohibiciones. No me dejo jugar, quiero ser más pero no sé que es eso, la necesidad de juzgar a los demás, infame creencia en el mundo externo. ¿Quién tiene derecho de juzgar a otro? Para juzgarte, necesito escucharte. No me gusta jugar a juzgar pero la engañaba al no decirle que necesitaba de otras relaciones y mamá se dedicó a criticarlo delante de nosotros, se dedicó a ser víctima. Yo no creo en el matrimonio, no creo en la monogamia, no creo en la recompensa de la gente buena. Nadie puede entender el hambre, nadie debe entender el frío en la piel de otro. El frío de las noches durmiendo tirado en la calle contigo lo he sentido, solo al calor de tu cuerpo puedo tiritar y soñar el frío, sin tener donde ir. Todo es provisorio, nada es para siempre, ni siquiera el hambre. Soy esclavo del tiempo, un sirviente al que explota, quizá la noche pueda protegerme de sus golpes, de noche no hay orden, los humanos duermen. Mi mamá quiere que sienta lástima por ella. Lástima, la sociedad me inculcó esa basura, no sé que tan culpable soy por estar seguro de todo lo que me fue inculcado. ¿Hasta donde mi fe ciega me permite confiar en la autoridad? ¿Hasta cuando mi rebelión no es un acto violento por amor al poder? ¿Creo en teatro pobre cuando mis pies descalzos patean las monedas? Desconfío de la comida que llena mi estómago, desaparecerá. No duermo. Tengo hambre.
Otro organismo destrozado que se entrega como limosna, es curioso que uno no puede estar sin encariñarse con algo, como si la mente segregara sentimiento sin parar, lo mismo que el estómago segrega jugo para digerir el hambre. Que condicionada libertad para estar solo, porque nadie va a sentir por mí el dolor. ¿Quién más que yo puede sentir los golpes a mi piel? Pero estoy con ella y con todos los que piensan como ella y yo. No soy un charlatán que habla de política en un bar, la prueba es que estoy acá, no en un bar. Sufro para reprimirme y adecuarme a las exigencias sociales, oculto tendencias indeseables, deformo mis instintos, lleno mi sexo de vergüenza. Ella lucha por desprenderme de lo que creo que soy, ella desprende lágrimas de mis ojos ciegos. Siempre fue revolucionaria, primero le dio por… bueno, no voy a tener escrúpulos. Le dio por la revolución sexual, como una canilla mal cerrada y las gotas van cayendo sobre cualquier cosa, no se las puede atajar. ¿Es injusticia tener que aguantar con violencia la vergüenza que me blinda? ¿Es debilidad el deseo? Siento un ideal desesperado de niñez intacta. Me deprime pensar en mi deformación irreversible. Obligarme a tener que temer no haber avanzado o retrocedido nada. Sigo siendo hijo amarrado a la madre muerta que lo castró, amarrado por el cuello a la escuela. Sordo a los gritos de mi cuerpo ausente. Mi madre me grita ¡drogadicto!, me pega en la cara. Su casa no es mía, casa quiere decir país o ancho mundo conocido del encierro. Las mujeres asesinas que mejor me mimaron. Desahogo es rebasar el vaso que me contiene. Arriesgarme a ser líquido y filtrarme a lo prohibido. Desobedecer mandamientos. Desatarme de este apellido que me clasifica. No tengo responsabilidades, tengo impulsos que mi personalidad bloquea, apariencia que me hace incapaz de desinhibirme. Odio y amo esta imagen que cubre impulsos. Que duro que nada dure para siempre, me perturba el miedo a que todo tienda al caos misteriosamente, me restringen imposiciones a mi genitalidad deforme. Masturbarme es trastorno, orgasmo y asco. Semen de mi cerebro hueco, mi cráneo de vidrio lleno de estampas de santos y putas. Vivo perseguido por recuerdos del miedo tonto a ser castigado. La policía me pega en la cara. Condenado a no escuchar jamás a nadie y el único culpable soy yo. Ya no se oye ninguna pisada ¿será posible que no me sigan más? ¿Será posible que nunca me encuentren? No puedo esconderme del dolor, no puede huir mi piel de sus impulsos. No sé si esto libera, no sé si esto redime. ¿Hasta cuando esto es un desahogo inútil? Me arroja a la pared inmunda esta extraña influencia, mi cerebro de vidrio se rompe, caen al suelo todas las estampas. Finjo cordura para relacionarme, tengo la necesidad de ser social, confieso que dependo de los demás, que hasta ahora me he alimentado de aprobación. Pierdo mi perversidad polimorfa. Tengo tu piel como memorizada, porque lamerte es luchar por el olvido. Sabes a piedras que ruedan en contra del río, haces que me olvide de mi clase, de la comodidad, de las riquezas que he atado a mí. Haces que me olvide de mi madre víctima, del asco y las restricciones, de la educación, de mi limpieza. Me transformas en delirio esencialmente bisexual. Gracias a ti olvido mi voluntad de marioneta en esta celda. Olvido que estoy enamorado de la vergüenza.

lunes, agosto 01, 2011

machu picchu

No se me ocurre como más odiarte. Ya ví tus fotos y te extrañé, miedo tengo a decir alguna otra palabra falsa, a ser inerte, a reirme de mentiras. Tengo miedo en la noches me escondo bajo las mantas y cierro los ojos, como si aún pudieran venir a cortarnos el cuello.