domingo, marzo 29, 2009

Do Preso Mi

La locomotora de los reos atravesaba el país a toda velocidad, calentando los metales de la vieja carrilera, el era un reo, uno de ellos, entre tantos pasados impuros y caminos cuyos destinos concluían conjuntamente en el mismo estado de apresamiento, de culpa, tras otros metales. Se estaba realizando un traslado de los convictos de una ciudad a otra, pues una de las prisiones había superado su límite de población, la humanidad creo la necesidad de una culpa, de un juicio y de su juzgamiento, de discriminación hacia un tipo de acciones humanas, en las que se hallan la perversidad y el “obrar mal”, somos enseñados a hacer el bien, ¿por que la rebeldía siempre es castigada?, tememos a hacernos daño, tenemos una falsa aspiración a vivir mas siendo mas cautos, queremos envejecer y sumar calendarios a las neuronas, células perezosas. Te tememos, no te queremos besar, porque besarte significaría el fin del proceso, orgánico, cíclico, asimétrico, pero caducante y mortal, irrisible, no queremos aceptar que tenemos fecha de vencimiento, algunas desafortunadas veces esta puede ser incluso, previa al arribo de la dama blanca. Olvidados y gentiles fumadores de tabaco. Somos frágiles, simplemente desconocemos la temporalidad del momento, pero este es completamente inevitable, llegara, queremos vivir, maldita sea. Maldita moral humana que nunca has existido por completo, pero que nunca no existirás. Forjo los metales para matar, y también para castigar a quien lo hace, fuma y prohíbe hacerlo, muerto de pena, destruido, ajeno, inútil.
-Por culpa, de esas sospechosas contradicciones humanas es que yo me hallo aquí-, fue lo primero que me dijo cuando lo conocí. El había errado, o al menos, eso fue lo que le dijeron el día en que lo condenaron, el juez dicto sentencia: cadena perpetua. Una humilde relegación de la existencia al ruin horizonte de lo eterno, que tipo de sumisión y castigo más miserable e inhumano, no constituye este el fin de la existencia, sino la perpetuación de esta, pues al negar por completo una existencia, se transforma en la perversión de esta, no la prostituye, la hace abogada. El deambulaba obstinado por los azares y angustias de la vida muerta, tocaba la lira, su mirada profunda contra el vidrio del vagón no podía estar ausente de fondo musical, su pelo era crespo y castaño, lo demás es ya deducible, doscientos sesenta y nueve treces de mayo apilaban en diarios viejos su existencia.
Recordaba cercano el día en el que armado de tres barriles de gasolina incinero su tibio hogar de juventud, sus gritos en los patios, sus primeros cigarrillos, en el que su niñez fue intentada ultrajar ferozmente, ante la resistencia que ejercía obediente una cabeza distraída, que tocaba en su tímpano sagrado los acordes de canciones viejitas (no obligare los referentes anunciando el nombre de estas, pues esto constituiría un bloqueo en la imaginación del “imaginativo lector”, todos se dirigían como las ratas bailando detrás del flautista al son de aquella melodía, parecían como… ¡como hechizados! Una vez todos reunidos, el flautista sin dejar de tocar, los llevo a una enrome gruta y los escondió allí a todos, and that is all) mientras el dueño unico del conocimiento inalcanzable parloteaba blasfemo en ingles, pues asi le pagaban mas.
Se recrudecía en el recuerdo de su revelación, no se arrepentía, Te había jurado que jamás lo volvería a hacer. No tolero la educación, la absurda educación, la desagradable educación, la educación que es tan poca cosa, la educación que es prácticamente el culo del mundo.
No soporto verse joven y tener que envejecer obligado a ingresar a la fila, se desintegro, prendió el fosforo y lo clavo con ira en el buzón de la puerta de madera empapada de combustible, el buzon que antes habia tragado de lasmismas manos, cartas con disculpas no sentidas, con falsas penitencias y firmas de madre perocupada, todo lo que ella y su chapa fina escondían fue vuelto cenizas, junto con el cura y el director que se rostizaron en el escritorio.
Who wants to live forever?
Esos asesinatos y la sea cual sea la falta que represente matar a un gato lo trajeron allí, al tren.
Anhelaba esos días en los que en el pasillo de algún otro tren, quizá había tenido en brazos a su infierno en cielo, a su deseo mas tierno y puro, seguramente lo habrá olvidado ya porque salir del paraíso no es tan fácil como parece, pero de algo se acordara.
En el fondo reía, estaba satisfecho, complacido por completo, no sabia con exactitud que era la felicidad, pero fuera lo que fuera lo que sentía en ese momento, la despreciaba por completo.
Reia. Decididamente muerto.

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