miércoles, enero 12, 2011

Carta Abierta a Varasanta

Si todo comenzó por no existir, sería lícito empezar a sospechar sobre la "esencia de las cosas".
Convencernos de algo es más que ingenuidad, tiene mucho de soberbia. Agota la capacidad de asombro. Estar seguros es creer que tenemos el tiempo. Queremos tenerlo para detenerlo.
Pero no.
Suena la existencia como a "realidad" en constante caducidad.
Desaceptando la muerte vamos quemando las vueltas-segundos, conformándonos o no con nuestros hábitos repetitivos, pero pensar que fuimos hechos para nuestras adicciones es recargarnos contra la comodidad.
Inconformidad es saber que nos rehacemos permanente. Es sentir que no hay monotonía en la repetición. Perder todas las certezas. Menos una.
Soy cuerpo.
Pese a lo cual, tengo las certezas todas, fui educado, la escuela me formó. Cubre mi cuerpo desnudo la apariencia. Tensiones innecesarias son mi vanidad. Vértebra por vértebra intento erguirme pero la vergüenza me ata al suelo. Quisiera mirarlos a los ojos.
A la mujer.
Y a su guerra.
Siento que me hablan de quitarme la ropa. Ya no necesito ser vestido de seguridad. No quiero beber mas de esta estabilidad (¿¿¡laboral!??). Siento que no están casados más que con sus mismos cuerpos.
Busco ser vulnerado. Destruido. Deformado.
Ofrezco a cambio: ingenuidad. Quizá no pueda darla con la intacta pureza de un niño, pues hay cosas en mi mayor que la enturbian, desesperación, sed de venganza. A la larga, si tengo algún resentimiento. No puedo evitar andarme convenciendo de las cosas. Terminó creyéndome mis pertenencias.
Lo sibarítico de fumar esta en auto destruirse.
Tengo la impresión de que ustedes no están convencidos de las cosas. Ni siquiera de fumar.
Quiero ser parte de sus hábitos repetitivos, quiero sospechar.
Deseo.
Robar sus adicciones.

Algo más...
Talleres de noche, por favor.
Desconfiemos tambien del sol!
El tiempo-trabajo nos agota las mañanas.

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