martes, febrero 14, 2012

Busco una forma definitiva, un estilo simple y correcto de decir las cosas. Esto me enerva. Es como mi imposibilidad de encontrar una lapicera exactamente apta al movimiento de mi mano. A veces creo encontrarla pero me sirve por muy poco tiempo. El mismo problema con los cuadernos, con las hojas. Mi deseo es inhumano: busco una continuidad absoluta. Lo único continuo en mí es mi deseo de esta imposible continuidad. Ahora recuerdo que ni siquiera mi estilo oral es siempre el mismo: cambio de voz, cambio de léxico, cambio de acento. Estoy anómalamente fragmentada. Por eso mis pequeños poemas. El aborto es mi emblema, mi emblema de bordes mordidos. Todo esto puede derivar muy bien de la impaciencia. Imposible amar la tarea presente, hay un perpetuo anhelo de finales rotundos, muerte y resurrección. No el aborto sino el suicidio. Sólo salva el interés sostenido, presente. Al menos es lo que se dice. Yo no tengo tiempo, algo me precipita todo el día. Cuando nada me precipita entonces nada pasa. Soy una muerta.
Escrito un viernes seis de marzo de 1964 en el sur de un mar del hotel en Buenos Aires por alguien que ama tanto la belleza que cualquier aproximación a ella, en cuanto no sea su consumación total, le enerva.
AP
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Sutil, suavecito eh, con delicadeza, que no se note, que nadie vea, solitario, o resulta imperceptible o mejor no digas nada, tu eliges. El ruido a sí mismo se detiene, se golpea, se estanca. Sólo penetra quien camina sigiloso, advirtiendo el peligro, percibiendolo antes de ser acechado, escuchando atento, sensible, viendo para luego ver como lo ven, respirando, relajado, sin afán, sin remordimientos ni culpa, sin agachar la mirada, incluso, un ligero orgullo, casi que una alegría rítmica, un efervescente dinamismo para cargar una desvergüenza de fragmentos de segundo, nada suficiente, ni siquiera para que quien roba tenga que decirlo, y usted a nadie le tiene que robar nada, es más, felicitaciones caballero, usted a partir de ahora, nunca más tendrá que robar.
Si, es un éxito rotundo, pero también es mejor disfrutarlo en silencio. Soy una mujer que muere a través de sus excesos, de su boca. No existen confesiones totales, deje de existir desnuda hace mucho tiempo, no puedo cargar sola el peso de mis abominables deseos, atroces, repulsivos y tan placentera asfixia suicida, hasta mí llegan como profecías indiferentes que conducen a ningún otro lugar, sino a aquel del que fuimos advertidas en la normal de monjas, al pecado, a la impunidad primero, pero luego, por fortuna, al fracaso y al hastío. Para que labrar esta fortuna y tener que justificarla, labrarla es solo la mitad del problema, del ingenio, de la fortuna. No existen confesiones totales porque nadie sabe la verdad ¿qué verdad? como Nietzche, acaso me descubro ingenuamente pretendiéndola cuando creo que me libero de su tentación lésbica, asediándola, atándole las muñecas a las esquinas del catre, celándola a gritos, contra su voluntad, cómo no se iba a cansar de mí.
Puedo seguirme ocultando en cuanto estas letras sostienen mi rostro, mi rostro de mujer o de hombre, que sonríe cansado, que se queja con violencia, que ruega indigna, que se vende, que se regala, que ordena a las manos seguir escribiendo, ni siquiera escribir involucra un lápiz y una hoja en blanco. Este rostro mío autoritario tan de alguna otra época vigente ¿que puede decir de lo demás, de los otros? puede juzgarlos, esos culpables, haraganes e ignorantes que merecen su pobreza y no mi rostro.
Además, no debe ser tan difícil atar ideas que se distancian. Pretender escupir desde la cima del mundo.
¿Hay gente que quiere ver más allá de lo que se puede interpretar o hay gente que considera hasta donde se puede interpretar cualquier cosa? Gente que liquida, que fija el precio.
Hay que hacer las cosas calladita, sin reconocimientos, sin palmitas en la espalda y que bien lo hiciste, solo tu empiezas a jugar con esto de escribirte mujer solita, formas de intentos absurdos, el machismo se reprime en el pecho, si, soy una mujer, pero soy incapaz de amamantar y eso me da vergüenza, hasta desprecio, una vez adentro, cuida cada movimiento, pero no dejes de moverte, al caliente, cuanto mas rapido mejor, a soltar todo y esconder lo que queda, la fortuna, quizás. Hasta alguna oportunidad de sacarla limpiecita, se presentan, no hay pie para dudas o cavilaciones, se presentan.
Imagínate tu, miles de personas, industrias enteras donde trabaja gente inocente, gente que no se detiene lascerada por el ruido de la moralidad.
Hay que gritar mas duro.

Que tan autoritaria puedo ser en prisión con este rostro mío culpable, haragán e ignorante. Este rostro asexuado o transexual.
No quería matarla, nunca la toqué. Ibamos en busca de placer descontrolado, pagamos con desden el haber llegado a la cima del mundo, el precio de la voluntad a toda costa.
Acaso terminó diciendo esas cosas de las que huía, lo que creí ocultar detrás de las letras, eso que quería esconder.

Ella nunca abortó, ahora resulta en la cama tendida.

se suicida de la fortuna y de su vida.

no yace prisionera como yo, prisionera de un texto.

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