martes, marzo 13, 2012

Cosas se complican en mis adentros, algo en mi escupe, no escribo, me transformo, sufro la decadencia caminando a una metamorfosis, la puedo escuchar, cuando la gente susurra, tan lejos, pero sus secretos son gritos ensordecidos, como los míos, y yo que siempre caigo en la misma trampa, que no puedo ir más allá, que siempre los termino juzgando a todos, y luego a mi mismo, es decir, que más puede hacer alguien que escribe más que juzgarse y jugar a transformar el juicio. Escribimos la sentencia de lo que hacemos, yo vivo entre la basura, entre la asquerosidad y la cochinada, entre el desorden, el alcohol y las comedias de Jean Baptiste Poquelin en la cabecera de mi cama, creí que iba a morir ahogado en sudor y semen pero llego a casa y es un lecho de cristal, hasta el piso brilla. En mi bolsillo no cabe la comida, el dinero no se guarda en el bolsillo, la policía podría encontrarlo, prefiero comerme mi dinero que darlo a la policía. Lo hice, hace cuatro días empezó a sonar mi estómago, algo se complica, suena mi panza y no cago, no siento ganas, ni como ni cago, solo escupo, escupo y escribo, ¿no les había dicho esto antes?, a mi no me importa la gente, no soy un hipócrita, pretendo saber que estoy siendo demasiado hipócrita cuando digo que no lo soy, algo como yo soy el más humilde de todos, pero esa hipocresía, la que puedes percibir y recrear, no es la hipocresía violenta, la que mata, la hipocresía de Moliere, el mejor amigo del príncipe Luis, su amante. El policía me requisa, me dice que como arreglamos, que no es necesario tener dinero, y me toca el culo... No confío en absoluto en mi mensaje, sentí miedo y asco esa noche, no fuí requisado, nadie me tocó, exageré, pero la mirada de ese cabrón y su insinuación sexual (porque si lo fue, no doubts) me asustó y me asqueó, y siento que por exagerar no logré transmitir esa sensación, incluso siento que esta introretrospección no es más que mi ego que se trepa en lo que escupo, más peligoros que el ego, es la estúpida noción de que el ego esta en todo y que nada es puro. Es decir, no somos niños, no hay porque dar cabida a falsas esperanzas y sueños envejecidos, aún peor, no soy un niño, y lo más cercano que tengo a un padre, a un amigo, a un confidente, a un amante... no es un policía, no es Moliere, no es un hombre, es la única mujer de verdad que conozco.

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