jueves, mayo 20, 2010

Fortunel

Por fortuna, diagnosticaron a temprana edad su adicción a la frustración. Dependía con ansias a sentirse derrotado. Noche tras noche se refugiaba en su cuarto solitario, con una baraja de naipes o algún dado lleno de mordiscos en la mano, se encerraba hasta que la suerte lo obligase a perder y llenase su cuerpo de esa agobiante sensación de inferioridad. Su mente lo necesitaba, su cuerpo ya se había olvidado de cantidades de cosas, frustrarse se convirtió de a poco en su inquebrantable rutina. Le gustaba mas hacerlo en las noches, el sol tiene algo de penoso y acusador cuando te entregas a un vicio. El lo sabía bastante bien.
La situación ya se había tornado algo peligrosa, los niveles de frustración que necesitaba para mantenerse en estado de normalidad eran cada vez mayores, su cuerpo reaccionaba cada vez mas violentamente con cada derrota ante el destino, las ventanas habían sido rotas en intentos frustrados por arrojarse al vacio.
Alrededor de dos mil fichas de domino y un papel con suficientes ceros era lo que pedían los doctores para curar su dependencia. Siendo colocado en cautiverio, allí fue donde le dijeron que podría salir cuando armara una torre con las dos mil fichas y estuvieron atentos día y noche para tumbar la torre cuando faltaran diez o cinco fichas para conseguirlo, tratamiento de tolerancia a la frustración.

Para no dormirse y mejorar su desempeño laboral los doctores tomaban café.

Se canso de frustrarse porque era impuesto. No le frustraba frustrarse.
Eso frustro a los doctores, para ocultarlo: tomaron café y jugaron domino hasta altas horas de la madrugada.

El hombre se refugia en tu rutina social para no volverte loco. Por fortuna, sin duda.

No hay comentarios.: