miércoles, mayo 19, 2010

Las mujeres aun seguían ahí, amarrándolas a todas cada noche, ninguna se salvaba, no existían las excepciones.
Ellas tuvieron que crecer en un tremendo mundo de diez metros a la redonda, no podían correr, menos esconderte. Esa tarde no lo soportaste mas, descolgaste el Cristo de la pared blanca, sacaste de encima de tu cuerpo cada tela maldita que ocultara tu piel y te encerraste en cada una de las habitaciones, lamiste labios y piernas hasta que tu deuda fue saldada, pudiste mirar el cielo, haz salvado tú alma, hermana.
Pronto fue imposible volverlas a amarrar, solo las mas ancianas tuvieron que sacarse las pupilas de las cuencas, ninguna lo intento, todas siguieron viviendo hastiadas, avergonzadas y a la eterna espera del día en que el Padre volverá para sacarlas del pecado imperdonable, de la carne pura, de los pechos femeninos sobre pechos femeninos.
Nadie salió jamás del convento.
No comprendemos porque tras décadas de encierro sale por la puerta una niña desnuda con un niño entre sus brazos, inmaculada criatura. Virgen toda llena de Cristos y pupilas sangrantes.
Las mujeres aun seguían ahí, amarrándolas a todas cada noche, ninguna se salvaba, no existían las excepciones.
Ellas tuvieron que crecer en un tremendo mundo de diez metros a la redonda, no podían correr, menos esconderte. Esa tarde no lo soportaste mas, descolgaste el Cristo de la pared blanca, sacaste de encima de tu cuerpo cada tela maldita que ocultara tu piel y te encerraste en cada una de las habitaciones, lamiste labios y piernas hasta que tu deuda fue saldada, pudiste mirar el cielo, haz salvado tú alma, hermana.
Pronto fue imposible volverlas a amarrar, solo las mas ancianas tuvieron que sacarse las pupilas de las cuencas, ninguna lo intento, todas siguieron viviendo hastiadas, avergonzadas y a la eterna espera del día en que el Padre volverá para sacarlas del pecado imperdonable, de la carne pura, de los pechos femeninos sobre pechos femeninos.
Nadie salió jamás del convento.
No comprendemos porque tras décadas de encierro sale por la puerta una niña desnuda con un niño entre sus brazos, inmaculada criatura. Virgen toda llena de Cristos y pupilas sangrantes.
Las mujeres aun seguían ahí, amarrándolas a todas cada noche, ninguna se salvaba, no existían las excepciones.
Ellas tuvieron que crecer en un tremendo mundo de diez metros a la redonda, no podían correr, menos esconderte. Esa tarde no lo soportaste mas, descolgaste el Cristo de la pared blanca, sacaste de encima de tu cuerpo cada tela maldita que ocultara tu piel y te encerraste en cada una de las habitaciones, lamiste labios y piernas hasta que tu deuda fue saldada, pudiste mirar el cielo, haz salvado tú alma, hermana.
Pronto fue imposible volverlas a amarrar, solo las mas ancianas tuvieron que sacarse las pupilas de las cuencas, ninguna lo intento, todas siguieron viviendo hastiadas, avergonzadas y a la eterna espera del día en que el Padre volverá para sacarlas del pecado imperdonable, de la carne pura, de los pechos femeninos sobre pechos femeninos.
Nadie salió jamás del convento.
No comprendemos porque tras décadas de encierro sale por la puerta una niña desnuda con un niño entre sus brazos, inmaculada criatura. Virgen toda llena de Cristos y pupilas sangrantes.


De Escuchar por primera VEZ en la muerte Viva

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