lunes, septiembre 19, 2011

Construcción Destructiva

¿Quien osa describir los instintos?
¡Quien asegura infame que este desorden será el hambre de nuestros hijos!

¡Quien sin miedo nos violenta la piel!
Quien aún grita con seguridad sus certezas, ese es quien nos impulsará a matar.
Cerraremos la puerta de su casa, aseguraremos el picaporte desde adentro, porque querremos intimidad, porque no querremos ser vistos desnudos, porque no expondremos el placer de su sangre a la luz del sol, porque este regocijo deberá ser un secreto, porque nuestro cuchillo tendrá el frío de la vergüenza, este desahogo será también una arremetida sexual, una violación a su moralidad, la transgresión a sus almas vírgenes, ya no serán tan inmortales como dijeron serlo, ya no tendrán tantos amigos para protegerlos, porque dormirán tranquilos en sus camas, porque las sábanas rojas serán su lecho de muerte.
Romperemos su carne. Sus fibras y huesos.
Una vez muerto, todavía creeremos poder hablarle, humillarle, susurrar al sordo oído nuestras palabras indignas.
Ya no será tan de noche, ya no tendremos tanto miedo.
Querremos seguir matando.
Seremos un poco más adictos.

Escribiremos menos y la oscuridad será cómplice.
Tendremos más años pero clavaremos con la misma intransigencia nuestros puñales en sus pechos.
Nada cambiará.
Nada más que nuestras lágrimas vibrando entre los gritos de la multitud efervescente.

¿Quien llora la risa del asesino?
¿Quien escribe el rencor más que quien acusa?
¿Quien se entrega?
¿Quien osa comunicarse con su víctima?
¿Quien la degrada muerta para arrebatarle un beso?

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