martes, septiembre 06, 2011

La Mala rodriguez

Y pensar que despues de eso nunca más lo ví, no hablamos hasta tan tarde, hablamos poco, pero el quería decirme tantas cosas que yo casi no pude comunicar esa sensación del viejo a Gustavo, me resultaba agradable comunicar sensaciones a Gustavo pero esa ebriedad de frustraciones, de arrepentimientos tardios, de fallas, esa noche aguada de botellas, de lluvias, esa entrega del cuerpo al fracaso, a la resignación, esa noche el viejo lloró horas por el teléfono, me llamó por la mañana y me dió la clave del banco para sacar dinero, que curioso que me llamara cuando yo recién había "terminado de trabajar" y mi cuerpo yacía solo en un paruqe lleno de gente, a su lado, la bicicleta, en sus manos la pipa y el fuego. Llamó mi papá y me dijo que mi hermano no contestaba, estaba cumpliendo diecisiete años, hablamos un poco de mi hermana, un poco de fútbol y cortamos. En casa tomé chocolate y reí con Violeta un rato, a ella le causaba gracia que reprodujera sus movimientos, jugaba a tapar con su mano el sonido de su boca, cuando estaba sentada en el agua sonó el teléfono, era otra vez el viejo.
Estaba solo, escuchando a Charly, antes que nada, pusó el auricular contra el parlante y sonó el Fantasma de Canterville, la versión en vivo que empieza con un negro atroz tocando el pian, que no es un negro sino que es Charly y le gustaría ser negro. Estaba tomando Brandy, su voz se rompió y se atacó a llorar, me dijo que se sentía solo, equivocado, que sentía el karma de haber dejado solos a sus hijos, pero que se sentía bien ´por no tener que fingir sinceramente, yo le dije que me había hecho falta él, porque yo no soy frentero, no le digo las cosas a la gente en la cara, me cuesta ser claro, doy rodeos, tengo miedo de los ojos de los adultos, no los comprendo, o quizá los comprenda demasiado, me hizó falta darme cuenta de la violencia con la que actuan, me falto hacerme consciente de que ya no juegan, hablamos de mi hermana, de la mujer facil en la que se había convertido, yo le dijé que me cansaba sus reacciones desde el ego, me cansa intentar escucharte un poco más si siento que tu no haces el menor esfuerzo, me cansa y ya no quiero seguir intentando jugar contigo, claro, siempre escucharé lo que quieras decir, no me culpes por no reaccionar como tu quisieras que yo lo hiciera, no te pediré disculpas por no ser un hermano que te apoya como si eso fuera una obligación, por no ser el reemplazo de papá, por no ser un modelo a seguir en ningún aspecto ni como imagen masculina, ni como triunfante burgués, nisiquiera como persona que escucha, tampoco puedo yo culparte de algo, porque la comunicación es de dos personas, pero sin juzgarte puedo decirte que no eres tan emocional como dices ser, pues tu emoción parte de una percepción racional, tu y yo estamos encadenados por alguna extraña atadura a la razón. Esta es una posible ventaja que tiene Juan Sebastian el supo que el mundo nos confronta con violencia, el supo de los golpes antes de nosotros, quien siente el dolor en propia carne, intintivamente se defiende, nosotros fuimos criados para ser vulnerados, para nunca decidir, para aceptar en silencio y asi poco a poco ir perdiendo el gusto a las sensaciones, ambos, estamos y estaremos siempre en proceso de caminar en contra o a favor de lo que ya fue sembrado, es honesto partir de que ya perdimos la niñez, el optimismo atenta contra la disciplina y esa es la única vía para deseducarnos, aferrarnos a eso que tanto nos destrozó, pero ahora por voluntad propia, ahora porque no estamos conformes, ahora porque tomamos desiciones contundentes en momentos de crisis. Mi papá toma esas desiciones, por eso viajó cuando yo tenía ocho años, para obtener estabilidad económica, y el le dijo a Nora que nos llevaba con él, que el se encargaba y que ella podía viajar cuando quisiera, el soñó hasta esa noche que me llamó con que podriamos vivir sus tres hijos y su esposa en su misma casa y que escuchariamos sus discos de Clapton y tomariamos Whisky, y jugariamos cartas, suena divertido, pero es optimista, es conforme, yo ya no quiero eso, pero el me dice que yo soy su único amigo, que el no tiene a nadie con quien hablar y yo no tengo nada que decirle, solo puedo racionalizar, pero lloro y mis lágrimas corren libremente por mis mejillas hasta mi boca, no como antes que tenía que forzarlas, ahora estoy trabajando y no he ido a sacar la plata de mi papá, escuchó seu Girán, ayer intente hablar con mi hermano pero no se pudo, mi papá puso The Who a todo volumen y no se podía escuchar la voz de Juancho, me había dicho que trabajaba como soldador y yo preciso ese día llego a la cas y empiezo a leer la Nausea y sartre dice que trabajaba como soldador y llega Aleja a la cas y dice que se habia comido un trip y que una nena le habia echado los perros y que estaba leyendo que una nena le toma la mano a un hombre con gangrena y el le dice querido castor y muere y ella se quiere meter entre las sabanas con el pero la enfermera le dice que no por las heridas contagiosas, y esa nena es Simone de Beavouir y el de la lepra es Sartre el soldador, ahora siento inmensos deseos de entrar al taller de voz con Norita porque no quiero sentir esa frutración de mi papá, me agrada que el piense ahora pesimistamente, es doloroso, pero es menos falso, al menos te den ganas de hacer cosas, al menos te dejas de sentir tan bien con lo que supuestamente tienes. Quiero ser pesimista como ahora es mi papá, pero eso tambien sería racionalizar. Ojala Violeta nunca sienta que el mundo puede estar encasillado entre lo bueno y lo malo.
Engendrar, dar vida, eso genera en tu cuerpo algo más que lo que piense tu cabeza. Incomprensible pero instintivo, no quiero pesimismo como papá.
Quiero instinto.
Por eso tu no eres tan emocional, porque tu mente pasó por encima de tu cuerpo, de tus entrañas, de tus sensaciones, de tu hijo.
Por eso no entenderas nunca a Gustavo, porque el tambien supo de pequeño que tenemos que defendernos, por eso escribes, para desahogar esas cosas que quieres forzarte a vivir, esas que les envidias a las mujeres de verdad.
Dicen que Sartre escribió las ideas de Simone de Beavouir.
Asi son las cosas. Las mujeres sienten.
Los hombres escriben de esas sensaciones.

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