sábado, enero 21, 2006

Aquellos perros ladraban Blues…

A el le gustaba escribir, de todos modos, el día había estado gris y solitario, había sido un día aburrido como todos sus días, sus aburridos días. Encendió la radio, sonaba un Blues. Se sentó en frente de su escritorio, tomo un lápiz y empezó a escribir, le agradaba escribir, no escribía para nadie, tampoco para el mismo: simplemente escribía, escribía y lo hacia en todas partes, después de comer, antes de dormir, mientras oía música, escribía, también lo hacia mientras escribía, a veces cuando se sentía triste.

Comenzó a escribir, escribía todo, lo que oía, lo que veía, lo que sentía, no lo que pensaba, no le agradaba pensar demasiado, le gustaba vivir feliz.
El Blues termino, y comenzó a sonar un Tango, no le agrado el cambio de ambiente, entonces apago el radio, y lo escribió.
Un perro ladraba afuera de su ventana, el se sintió acompañado, al menos había encontrado un ruido que reemplazara el Blues que había terminado, y que tanto disfruto. Después de escribirlo, advirtió una sensación extraña, un sentimiento raro que lo invadió, fue como si el ladrido del perro tratara de decirle algo, intento entender lo que el perro ladraba, pero no lo consiguió, el no sabia ladrar, sabia imitar un ladrido, pero no ladrar. Entonces escribo lo que sintió.

Aun invadido por la duda intento imaginarse lo que quería decir el perro, pensó, aunque no le agradara, ¿Qué sentiría un perro en un día gris y solitario? ¿Qué sentiría un perro mientras alguien escribe lo que cree que el perro piensa?
Seguramente, el perro estaba llamando a alguien, a su viejo amigo Bruno, que era un perro que vivía por allí. O talvez, fuera aquel perro, un perro loco, y estaba gritando mientras deliraba e imaginaba cosas dentro de su locura. Probablemente el perro loco imaginaba un mundo mejor, un mundo en paz, en el que todos los perros ladren unidos, y en el que las pulgas vivan lejos de los perros, en los lugares lejanos de la tierra en donde no haya perros.
O talvez el perro estaba cantando, estaba cantando para sentirse bien, o simplemente cantaba porque le apetecía cantar, talvez cantaba un pedazo de aquel Blues que recién había sonado en la radio.

El ladrido del perro se estaba alejando lentamente, mientras el escribía todo lo que sentía, todo lo que imaginaba, todo lo que olía, todo lo que escribía.

Cuando el ladrido se fue por completo, el se sintió solo, además el día estaba mas solitario que nunca. Fue una soledad eterna, una eterna soledad, “y esa calle nunca mas será igual”.

Entonces se sintió preocupado, y lo escribió, se sintió preocupado porque ya no tenia que escribir, había pensado demasiado en el perro que ladraba el Blues, había pensado demasiado, entonces ya no vivía feliz, y eso no le agrado.
Recién había comenzado la segunda pagina de su literatura perdida, cuando ya se sentía amarrado por su propio texto, había comenzado a escribir para desahogarse, pero ahora el escrito se desahogaba en el, y escribía cosas que no quería, cosas como: Odio escribir!
Eso no era verdad! Pero la literatura lo había obligado a escribirlo, esto no le agradaba, era una fantasía hermosa, pero una realidad amarga, una realidad sin sentido, un sentido sin realidad, una mentira total.

Quiso parar de escribir, detenerse y volver a oír aquel perro que llamaba a su amigo. Pero el perro no volvería, perro el pero, pero. Para. Pera. Manzana.

¿Manzana? Estaba escribiendo cosas entupidas, escribía absurdo, y no podía detenerse, el hecho de escribir, lo obligaba a escribir.
No le gustaba lo que escribía, ya había olvidado que le gustaba escribir, ya no estaba escribiendo para nadie, ahora escribía para terminar de escribir, pero el fin no llegaba, el escribía y escribía pero el fin de su historia no llegaría, mientras el quisiera terminar, jamás lo haría. A el le habían enseñado que no fuera pretencioso, pero también había aprendido a planificar el futuro, y ha estudiar en una universidad, y ha lucrarse, y ha ganar dinero, y ha pensar mucho, y ha no ser feliz.

¡De repente!, ¡comenzó a disfrutarlo!, comenzó a disfrutar escribir absurdo, no sabia porque y no lo quería saber, eso lo hizo sentirse bien y feliz, porque no tuvo que pensar.
Se sentía bien! Y comenzó a cantar, cantaba el Blues, y toco un piano dentro de si, y canto a dúo con la soledad, comenzó a disfrutar el estar solo, y amo la soledad, y escribió lo bien que se sentía, escribía cosas hermosas, hermosas cosas escribía, y era una fantasía natural, una fantasía real. Un buen Blues.

Disfrutaba todo, lo que vivía, lo que cantaba, lo bien que cantaba! Entonces sintió que debía escribir algo, debía escribir que los perros, los viejos perros estaban ladrando unidos, ladraban un Blues, pero cambiaban la letra, el lo sabia porque el sabia ladrar, aun no ladraba muy bien, pero entendía los ladridos perfectamente, lo escribió, ¡que felicidad es sentirse feliz! ¡Que feliz se sentía! ¡Que linda fantasía! ¡Que buena canción ladran aquellos perros!

Pero, entonces recordó que no escribía por que quería, si no porque se lo habían pedido, se lo había pedido usted, fue en aquel momento cuando la fantasía termino, y la canción se volvió poema y el poema desapareció.
La soledad que cantaba a dúo con el, dejo de ser soledad y fue realidad, entonces cuando mas amo escribir lo tuvo que dejar, sin embargo lo disfruto, el fin había llegado, el puso el lápiz a un lado y deje de escribir.

…David

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