Que revoloteaban y pateaban balones sobre la calva bendita de la estatua blanca de un soldado que cuando lo hirieron se puso a leer, un tipo en Loyola que despues de muerto se ha puesto cada año, la chaqueta que tienen todos los dias que hay que madrugar los que en tiempo cercano, van a usar birrete y van a tomar champagne, por trece años de picas y famas, copiando cuadernos que ya no veran.
Muchachos con dulces que venden a veces, cuando no los mira ningun profesor, mientras sus amigos pateaban balones sobre la ya nombrada cabeza bendita de aquel general.
Segundos que corren felices por los pasillos de un edificio, que se levanto por 1930, viejo campanario con tres agujeros en la mitad de un reloj que dejo de correr feliz por los pasillos, pero aunque el reloj detuvo su marcha y la gente a poco dejo de confiar en sus manecillas, pero sin embargo, dos veces al dia durante toda la vida, no mia ni tuya, sino de gente en total que suba y vea las manecillas muertas del reloj olvidado, ironicamente la vida del mundo, podran estar seguros esas dos veces al dia, que el reloj que miente dice la verdad durante un minuto, porque los segundos que siempre han corrido en algun momento de la vil carrera se van a topar con las manecillas y el exacto punto en que hace muchos años, el reloj paro.
Un balon que vuela le pega en la mano al cruel fundador,
la mano se cae se rompe hacia el suelo
y el triste muchacho, que un poco asustado,
mira hacia el reloj,
y esconde el balon.
Triste es pensar que pasados los siempre muy cortos treinta y un minutos, un timbre de muerte que suena tan duro como una guitarra contra el frio piso. Nos conduce a cientos a traves de un puente y nos sienta en sillas que saben a sueño.
Se acabo el descanso, hay clase de fisica.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario