martes, agosto 12, 2008

PAR AL CUADRADO

Escribo imparcial, ambiguo, estrictamente partido por la mitad, desde la coronilla hasta la entrepierna, no desangrado, quiza un poco desequilibrado.
A mi parte derecha le ha quedado solamente su diestra habilidad para sobrevivir.
La izquierda no se como lo hara, nunca fui zurdo, nunca la use, solo para jugar a los bolos y para sostenerle el papel a mi mano derecha, mientras ella escribia, desairada, iracunda, sin yo entender mucho de lo que escribia, suele pasar, luego uno se muere y habra millones de personas dandose fuerte en el coco. ¿Que nos habra querido decir? Uno bien muerto que si esta, que nisiquiera se entero que diablos escribia esa maldita mano, uno estaba concentrado en como la izquierda la sostenia.
Yo vivo en un cuerpo que me dieron para que lo fuera creciendo, y el a mi, en todo caso, a veces vienen a convivirse mi cuerpo, no se de donde salieron, he aprendido a conocerlos bien, de vez en cuando hablamos, nada mas, una simple charla, son dos.
Uno se llama Santiago, Santiaguito. Santiago es mas bien como de mente, muy medido y pensante, el buen pensante, de racionamientos largos y anchos analisis.
El otro se llama David, desquiciado, a su criterio invencible, intocable, completamente visceral, de narraciones intestinales con mucho vertigo, vive en el peligro, pero con esperanza, descontrolado.
Ambos la llevan bien, se respetan los espacios, Santiago sabe cuando a David le corresponde escribir, David se sienta y se cega ante el papel, desgarrador si se quiere. Santiago en cambio, la piensa, abre el libro y cita, compara, es tranquilo, calculador, no quiere el menor error en sus escritos. Escriben muy ameno, los dos, uno se divierte leyendolos, pero lo verdaderamente estremecedor es cuando se juntan, vuelven añicos ese papel, nunca borran, dejan todo escrito tal y como esta, aniquilan sus propios escritos, los plasman en un parrafo y despues comienzan a devorarselos, a asesinarlos lentamente, durante todo el resto de texto hasta que en el ultimo renglon y cuando ya no hay posibilidad alguna para el escrito y su corta vida, cuando todos esperan el ¡zas!, de repente y como rogando, le entregan el puñal y huyen, no corriendo, camino de espaldas y despacio, el escrito queda ahi, lleno de dolor y de rabia, con el puñal en la mano, puede entonces acceder a cortar de un tablazo su cabeza y su sufrimiento, o puede tambien arrojar el puñal e intentar sobrevivir, siempre buscando la venganza hacia los perversos que lo lastimaron, y va sangrando y luchando contra el camino, siguiendo las huellas que dejaron antes de irse, ¿quienes? pues Santiago y David, por que ¡ah! eso si, todo lo que uno escribe se le devuelve con el tiempo vengativo e imprudente, y van por tu cabeza, por tus intestinos y te cortan el cuerpo, gozan de tu sufrimiento. Extraño oficio este de escribir.
Santiago come bien y es puntual, contrario a David.
David es de los que corre, nunca alega ningun derecho, si la ves venir clavas los pies en la mas tronante carrera. Santiago es mas pausado, exige claridad, paciencia. Por supuesto, a David le va mucho mejor con la policia.
Santiago tecnifica los partidos, se deleita. David se encarniza, se estalla.
Santiago tiene pausa, doble sentido, genera presencia, da el punto de validez a cada accion, aprehende por completo los textos. David no suele leer el libreto, sale en ocaciones a escena, a jugar, a carcajearse. Igualmente, solos son validos, pero juntos exquisitos, tan mortales como la pobreza, como el caminar, tan mortales como la misma mortalidad.
Yo no se por que es que vienen a molestarme en mi cuerpo, yo siempre los dejo entrar, y luego leo y veo lo que hicieron y me dan ganas de invitarlos a mudarse, pero no, ellos nunca dormirianen el mismo lugar toda la vida, tienen que deambular, darse errancia.
Que tal que ahorita lleguen, antes de que yo termine de escribir, por que ellos llegan como inesperados, sorpresivos y se van apoderando de los texto, y hacen lo que se les da la gana con ellos, los revientan, los hacen volar en pedacitos, nisiquiera leen lo que habia antes, sino que llegan y coordinan la detonacion.
Despues del estallido, se levanta el texto medianamente cojo y dolido, y nosotros nos reimos, por que tenemos el poder, los textos son insolentes y siempre se van a intentar levantar para vengarse, pero no pueden, por que apenas se leen ya no son nuestro problema, quien lo leyo, entiendalo o no debera ahora cargar con la culpa.
La culpa de entregarle el puñal al escrito y verlo ya ciego e inconsciente, venir a vengarse inultimente o hundirselo en lo mas profundo de las entrañas, partirse a la mitad. Desde la coronilla hasta la entrepierna, completamente desequilibrado, mientras Santiago sostiene controlando la hoja para que no se resbale por la mesa de madera, y David hunde fuerte el lapiz, por eso siempre se terminan partiendo las minas, indefensas, ante lo que acaban de escribir, ellas son lo unico que pueden lastimar las letras, las letras moribundas y vengativas de todos nuestros escritos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

oiga, lea el mio y me dice que le parece! l'adresse: http://www.themoneywillrollrightin.blogspot.com