martes, agosto 04, 2009


Por el reloj andan tiempos de gritos y empedernido pesimismo.
Puertas cerradas, no nos dejan salir, ni siquiera nos dejan buscar, y como si fuera poco a ellas no las dejan entrar. Francamente no se que podemos hacer.
Lugares desconocidos, geografías que nos alejan del tiempo, de las fronteras, del corral que nos consume, de los caminos por donde nos dejan caminar. Cuerpos en tensión, peligros. Rumbos inciertos, si conoces el camino y tu rumbo luce algo cierto, no te preocupes, hay formas de quitarle certeza al rumbo, hay formas de perderte, no todo es tan seguro.

Todas las personas del mundo tienen su punto límite, el recóndito lugar hasta donde su educación les permite llegar, la niñez es la etapa donde se pone la cerca, se siembra el hombrecito que envejece, por eso debemos correr todo lo que podamos, para que esa cerca sea puesta bien lejos. La cerca de la revolución. La terca.

Algunos son muy abiertos con ciertas partes de su cuerpo, pero otras les causan rubor e indignación, brazos desnudos, genitales, pechos sin telas que los cubran, no existe sombra, no existe culpa, no existe cruz, tampoco sexo. Ojos con pupilas dilatadas, bocas que tosen de tanto fumar, narices sangrantes, receptores de tetrahidro-cannabinol que nos alteran las sensaciones.
Por el reloj siguen andando los tiempos, la cerca de acerca, refúgiate aquí, no te dejes quitar el veneno. El veneno detiene al reloj, por supuesto también a los gritos y al empedernido pesimismo.

No hay comentarios.: