domingo, octubre 18, 2009

Trivialidades de la Formateria o El Caucho

Salir a caminar urgidos por la urgencia, con los parpados y sus ganas de besarse con los ojos, de arrastrarte a la oscuridad, a la disminución abrupta y repentina de luz. ¿Se supone que tus sentidos se agudizan? ¿Qué ves cuando tienes los ojos cerrados?
Infinidad de espectros de luz que aun rebotan en tus parpados, algo así como atrapar las formas.
Reducir la realidad al remoto espacio de contacto entre tus pupilas y la pared viscosa. Abstenerla de su ingenua materialidad.

Transformación.

Eso que dije de su-abstención- ingenua rompe drásticamente la ley de la forma y la materia. Un cigarrillo guarda en su esencia cierta forma y cierta materia que lo diferencian de cualquier otra cosa en el mundo, como un caucho, o una mesa, o una mesa con un televisor. Sin embargo esa forma y esa materia genera un nexo inevitable entre el cigarrillo y todo lo demás, el caucho, la mesa, la mesa con el televisor.
Resulta hostigante.
Infante que salta sobre la mesa, escuchando el televisor, sin diferenciar aun las propagandas del programa-verdadero. Infante que arroja el caucho contra la pantalla, ignorante de las propiedades “ocultas” del cigarrillo, capaz de matarte.
Entra esta mujer, que es una mujer despiadada. Trae consigo un cenicero que bien podría ser una bandera de Ámsterdam o un vidrio irrompible. Lo coloca sobre la mesa, e inicia un proceso de extracción de nicotina al dichoso cigarrillo, el infante observa, salta y escucha el televisor sobre la mesa. Una vez terminado de vaciar el cigarrillo, la despiadada golpea el televisor y la imagen se torna blanca y negra.

HOMBRE QUE VE EL MAR CON DESEO, HOMBRE QUE NO VE EL MAR SINO UNA FOTOGRAFIA. HOMBRE
QUE PLANEA. HOMBRE QUE NO VUELA.

El infante se harta de las obligaciones que le quieren imponer, decide entonces cerrar los ojos, abstrae la forma a todo y sus ojos se atiborran de formas y colores, su mente de niño proyecta en los parpados lo-primero-que-levengaalacabeza. SIN OMITIR DETALLE ALGUNO. ¿Quien se entrega por completa a su propia psicodelia?
Percibe un aroma distante que la trae y lo lleva al tiempo, el televisor irrumpe en una pelea de hormigas, la mujer, el humo, y el cenicero que bien podría ser una bandera de Ámsterdam, se destrozan en miles de pedazos. Las mesas permanecen estáticas, el niño abre los ojos y se asombra de la impresionante capacidad del caucho para mantenerse.

Nadie se urge de nada.

Nadie se adapta.

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