sábado, junio 05, 2010

Equivocarse y desesperar.
Aun cuando erramos intentamos con vergüenza lavarnos las manos, somos animales avergonzados. Siempre hay otro dentro de mi más incapaz que mi propio ego, nunca dejara de haber alguien a quien culpar, la inutilidad se prende de cuerpos sedentarios, los sujeta por el talle, los succiona.
Las fichas sacrificadas reposan afuera del tablero donde se juega, las fichas sacrificadas ya no pueden jugar más, inevitable no escuchar sus gritos ahogados de impotencia, su llanto que pide volver a saltar a la cuadricula, pero es tarde. La muerte no espera, termina la guerra y cada quien cuida cada vez mas sus pasos.
Soldados que combatan ciegos en su causa, arderán en las llamas del fuego rival o volverán a casa con el coco torcido, la maleta con medallas y la pata de metal.
Otro grupo de soldados que combatían por obligación ardieron igual, no había techo para ocultarse de los animales avergonzados, NO EXISTE distinción por equivocarse y desesperar.

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