lunes, diciembre 17, 2012

perdida ¿consciente? de la hilaridad en una bitácora que parece inventar un día.

me aterra que todo haya sucedido, pero más me aterra hallar todo sucedido.
escribo para no tener que decirme mentiras
sudado, violento, sulfúrico el amor, algunos quieren encontrarlo solemne, hastiado, majadero.
amamantar es morir para ser alimento, la única acción en la que puedo percibir amor, la única, ella.
ella es acción y no costumbre.
Violeta, percibes y alteras, tu entorno, mis acciones, esa acción tan no mía de amarte silenciosamente.
intenté sin todas mis fuerzas no llorar al verte ir, no lo conseguí, como no consigo las cosas por las que lucho.
te despediste sin darme besos, me enseñas a aprender lo duro de olvidar.

y porque nuestro cuerpo se venga de nosotros con esperanza suena de golpe una canción que andaba sin buscarte pero sabiendo que andábamos para olvidarme:


Olvídame,
esta zamba te lo pide.
Te pide mi corazón
que no me olvides,
que no me olvides

Deja el recuerdo caer
como un fruto por su peso.
Yo sé bien que no hay olvido
que pueda más que tus besos.

Yo digo que el tiempo borra
la huella de una mirada,
mi zamba dice: no hay huella
que dure más en el alma.


almorcé comida que guardó mimi en el refrigerador, la había preparado hace algunos días pero hay ocasiones en las que nada más importa sino estar presente. conciencia de mi presencia, interfiero un espacio, otos cuerpos, profano el vacío, mi ausencia hambrienta se lanzó sobre la carne como pordiosero fingiendo estar ciego para romper un trozo de pan duro, que se desintegra en mil pedazos, migas que van a dar al piso que no barreré, porque dejo que la basura se acumule en mí, si no hubiera gente preocupada porque comas bien no podrías ni escribir, el alimento, que nos hace digerir, ablandar, filtrar, destruir y desechar -proceso en el cual, por cierto, también perdemos energías vitales- nos resulta necesario hasta para escribir lo innecesario que nos resulta escribir sin alimento.

me dijiste que no ibas en la noche, que no te ibas a poner llorar, que ibas a cuidar a mamá mientras ella te diera tu sopa como siempre te lo dará aunque se lastime, aunque tenga que morir para ser alimento otra vez.
no le dije a leo que nos viéramos porque guardaba la sospecha ingenua de que quizá pudieses venir.

venir y vengar confluyen en primera persona.
me vengo cual egoísta y sordo orgasmo.
ya es muy tarde para nunca haber nacido.

llevé a mimi hasta el aeropuerto de un amor real que es como dormir y estar despierto escuchando mind games charly.

leí el espectador hasta cuando pude antes de pararme a escribir lleno de ímpetu.
tan cerca a veces el ímpetu de la ineptitud.
tan cerdas a veces estas ganas de escribir
obligadas a sentir deseo.
obligadas a parir desechos.

es lo que pasa cuando el cuerpo digiere comida que mata.
debo reconocer, que a lo largo del día hubo drogas innecesarias escudadas en el cansancio que producen las horas de fútbol y la música que no suena en el televisor.

en mitad del tráfico finjo que tengo una pistola llena de ira y no dejo que me roben la bicicleta.
en mitad del tráfico, lo esquivo rodando.
te llamo por última vez y dices que no nos veremos más tarde.
la noche al parecer no soportaría mirarte.
se revolcaría entre lodo, cerda de celos...
hasta intentaría tocarte.
tu la rechazas, pero no sin sentirla.
escuchas.
esa es la esperanza mortal que me envenena al revés. 
al revés como crear es olvidar.
como olvidar es recordar y destruir es percibir y es alterar.

me puse un pantalón para no mojarme y dejó de llover.
no fue necesario.
mañana...

no hicimos la máscara, digo, no la hice, porque tu y nosotras si somos personas distintas.
no llevé un lazo del largo de mis brazos abiertos como crucificados.
tuve que quitar un cordón a mis zapatos azules y sucios.

el niño se para de puntas para percibir desde un lugar más alto, para poder girar con mayor destreza, para estar dispuesto a enfrentar lo que pueda venir. lo que pueda vengar.
en pie amarrado se ancla con potencia al círculo alrededor mío, tan redondo como el tiempo azaroso y risueño, infinito como las raíces de todos los arboles que se conectan debajo de la tierra.
el infierno es un lugar sin curvas ni tiempo.
de sólo desfogues metafísicos: la vida sin mecha no tiene sentido.
los brazos surgen del pecho y de la escápula por donde escapa la columna vertebral hasta la cadera.
esta mía tan cerrada.
contrapesos imperceptibles, se transmutan apoyos en fiereza, contundencia y velocidad.
como animales que cazan.
para sus hijos, con más fuerzas que si fuera para ellos la comida.
la llevan en la boca como Carlota al pajarito.
las escápulas no se contraen, se abren, como quien quiere volar, como quien lo hace en vez de estarlo queriendo.

para tensar, para activar, para estar alerta, hay que relajar.
no se trata de bipolaridad moral y fina división entre digno e indigno, eso, hablando objetivamente, es inherente a cada subjetividad.
se trata de darse el tiempo para percibir y relacionar, no dormirse, pero gozar, que es tan parecido al dolor.

para inclinar el tronco hacía atrás se deben contraer las costillas, cuando nos exponemos esperamos con algo de miedo el puñal austero que quiera rompernos debajo del cuero.
para volar: abrirnos al riesgo.

el nacimiento de la máscara: aprendan a caminar, para eso olvidar, destruir lo que sabemos, no creerlo ni sentarnos tan seguros en sentirnos sabios.

antes de llegar a casa un hombre que fuma bazuco, tiene tres hijas cada una con una mujer distinta y se llama William vaya uno a saber si Shakespeare... fumaba también.
nos contó a cambio de un cigarrillo la parábola del león y la gacela.
que curioso león Ortega y Gasset, que sabe que tiene que correr más rápido que la más veloz de las gacelas para saciar su hambruna, y la gacela suspicaz que si no corre más velozmente que el más rapido de los leones morirá ensangrentada en los hocicos de sus crías don José. ¿o es que acaso crías hijos que no son tuyos y que más bien parecen hijos de Dios?

la parábola del águila quiero contenerla para rebosar ideas respecto a la autodestrucción.
respeto a la autodestrucción.
y respeto a nada, irrespeto a todo.

los ruidos del pueblo con hambre no suenan en el televisor, como las canciones suenan en la cárcel.
antes de que salga el sol, león y gacela ya deben estar corriendo.
quizá resulta este, mi único y mísero escape, dejar de vivir contigo la noche para poderte encontrar dentro de mis ojos cerrados.

¿la sed de venganza?
me venga un poema que escribiste Alejandra:

recibe este rostro mío, mendigo
recibe este amor que te pido
recibe lo que hay en mí que eres tú

 inventar un día...
¿consientes?
























2 comentarios:

David dijo...

debajo de la máscara: caras que no me atrevo a mostrar.
encima: proletario dominante.
detrás. el burgués cobarde... su puñal, que fue forjado en Toledo.
y los años pasan: inútiles.

David dijo...

quise decir reaccionar... no relacionar