jueves, enero 31, 2013

horóscopo desvergonzado

Hoy es Jueves, el primer día santo de la semana en la que muere el salvador, hoy es la última cena, es treinta y uno y la mesa está servida, el último día del primer mes del año dos mil trece, bon apettit, la luna llena pasó el domingo y nos observó tan callada solitaria y amplia. Quiero olvidar lo que pasa regularmente en mis días, quiero un antídoto contra la memoria, quiero sacar alguna cosas de mí que me confunden lo plural y singular, por eso reconstruiré lo más idéntico posible el día que ahora de noche parece tan corto, por eso bostezo, respiro infantil que me abre la garganta.
Dormí hasta después de sobrepasada la media noche, leí que Decroux admiraba a Copeau pero no compartía sus preferencias políticas, escribí un texto porque caminando por el Parkway hay cientos de arboles, me preocupa la idea de creer que son ellos quienes nos extinguen, y noté cómo los arboles se bifurcan al crecer, como tomando caminos distintos, como partiendo, el escrito comienza en el centro de la tierra y debería terminar en flores muertas, que huelen y contagien el aire que respiramos y envejece, pero las cosas nunca terminan bien, el camino a los bastones no tiene tantas caídas, dejé el texto como a muchos otros sin desarrollar, como a muchos otros: enamorando en el tintero, tan potentes pero escasos de vertiginosidad, tan varoncitos, quisiera creer que no quiero decir nada, que muestra partes de cuerpo desnuda para provocar, que no tengo pretensiones, que no quiero tocarme nunca más, me mentiría y aún así quiero renunciar a los orgasmos, lo que quiero es mentir las hojas, ser intocable, mentir el idioma y venirme en otro. Ahora suena: me dejarás dormir al amanecer entre tus piernas, sabrás ocultarme bien y desparecer entre la niebla. Canta una lengua bípeda, esa música que trae la fuerza del ahogo, el veneno atroz de la mujer, del salto desenfrenado, de la carne que se pudre con el tiempo, la furia de camas en llamas.
Tuve hambre al llegar a casa, comí frutas que atenacé con mis garras salvajes, las compró mamá, comí primero un banano y pensé en los primates, empuñando por primera vez con sus pulgares una piedra con filo, hoy también pensé en el vuelo del águila, mamá fue operada el Lunes Otra Vez, enemiga de las serpientes, Escorpión con Cancer, dicen y escriben libros y conocen a los escritores en persona y toman té como en Inglaterra, los abogados regalan ramos enteros, donde Liverpool empata a dos goles contra Arsenal y el fútbol arrastra el cuerpo a un estado de violencia y contundencia, adrenalina de la misma que da cuando tenemos miedo, letalidad pero no para matar. No bailo hace millones de años.
Me quedan promesas, apetíto y canciones de parque, un libro que leer: La Puta de Babilonia. Otros que terminar, crímenes sin resolver pintados en la pared.
Comida calentándose en la cocina que tengo que ir a recoger para que no se queme y probar de pura curiosidad.
Pronto será Viernes: muere el salvador. ¿andará de parranda?
único hijo de Dios, casto y de pelo largo, nace la libra que no podemos pesar en coronas esterlinas, muere el cristianismo en las ceremonias de Yagé.
aunque la tierra blanda y caliente nos hale hasta la muerte y nos haga parte de ella, fundirnos.
de ella.
la última.
hoy es Jueves, el nombre que papá nunca pudo enseñarme a gritos lo tengo conmigo, como Juguete, me divierto subiendo al bus sin que lo notes, como Juicio, ocultándome de vos, como Juventud, sonriendo cómplice entre señas de silencio.
Faltan cuarenta y un minutos para que cambie la noche de número y mes.
Ahora faltan diecinueve. 

1 comentario:

David dijo...

Dead Flowers...
de los Rolling Stones pero cantada por Galera Folk
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