domingo, febrero 01, 2009




SINTIÓ UN DOLOR AGUDO en el brazo izquierdo pero, terco como es, se hizo el loco y siguió dando instrucciones a los jugadores. El partido contra el Cali estaba 0-1, su equipo perdía, faltaba media hora de juego y él -el talentoso jugador colombiano de los años 70 y 80, y hoy uno de los directores técnicos más interesantes del país-, decidió quedarse en la raya enfrentando al público que lo insultaba, al rival que se le venía cada vez más encima y a la muerte que, con este aviso, tocaba a su puerta.
El médico del Atlético Quindío se dio cuenta de que Diego Edison Umaña estaba mal y le preguntó: "¿Qué le pasa, profe? Lo veo mal, está como una vela". "Nada hombre, nada", contestó el entonces director técnico del equipo cuyabro.
Sin embargo, la palidez y los gestos de dolor de Umaña llevaron al doctor a tomar la decisión de chequearlo ahí mismo, en el banco del Estadio Centenario.
El médico no tardó medio minuto para darse cuenta de que el técnico había sufrido un infarto.
"Nos vamos ya mismo para la clínica -le dijo-. Usted tiene un infarto y se está haciendo el loco. ¿Es que se quiere morir?".
Fue entonces cuando Umaña pronunció una frase que le quedaría perfecta al mismísimo Francisco Rivera, Paquirri: "¡Qué lindo sería morir en el ruedo!". Ante la terquedad del técnico, el médico no tuvo más remedio que esperar el final del partido. Cuando el juez dio el pitazo final, en aquel dramático 17 de mayo de 2006, subieron a Umaña a la camilla y lo montaron en la ambulancia de la Cruz Roja que desde hacía media hora lo esperaba.
En la clínica confirmaron el diagnóstico: infarto del miocardio. Le hicieron una angioplastia, un procedimiento para destapar las arterias que consiste en introducir una sonda desde la femoral, a la altura de la ingle, hasta el corazón. Mientras el médico la realizaba, el corazón de Umaña dejó de bombear sangre por espacio de 12 segundos. Le hicieron los masajes de rigor en el pecho y El África -así le decían en los años 70 por cuenta de su corte afro- volvió al mundo de los vivos. Cuando recuperó el sentido, lo primero que oyó decir a los médicos fue: "Le va a tocar dejar el fútbol". Umaña respondió: "Primero muerto".
Y casi cumplió. Dos meses después, volvió al club cafetero y retomó sus actividades: primero en las inferiores del equipo y luego en el onceno profesional como Director Técnico del Quindío. Todos sus amigos, sin excepción, y todos sus familiares le dijeron: "El fútbol te va a matar, déjalo". No hizo caso y las palabras de sus allegados casi se cumplen, pero esta vez no por cuenta del corazón sino de las mafias que manejan el fútbol.



Ahi esta, ahi esta...


Es el equipo de Umaña y Escobar.


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