miércoles, junio 03, 2009

Universidad Pedagógica Nacional, Junio 2009
Licenciatura en Artes Escénicas. Poéticas, Semestre II
David Santiago Rodríguez De Vega

Veinte Centímetros y Dos Mil Años
O breve reseña del recorrido de la homosexualidad
por la historia.

“Toda acción se comporta así: realizada por sí misma no es de suyo ni hermosa ni fea, como, por ejemplo, lo que hacemos nosotros ahora, beber, cantar, dialogar. Ninguna de estas cosas en sí misma es hermosa, sino que únicamente en la acción, según como se haga, resulta una cosa u otra: si se hace bien y rectamente resulta hermosa, pero si no se hace rectamente, fea. Del mismo modo, pues, no todo amor ni todo Eros es hermoso ni digno de ser alabado, sino el que nos induce a amar bellamente.”
El Banquete, PLATON.

En todos los tiempos y probablemente en todas las culturas, la sexualidad ha sido integrada a un sistema de coacción.[1]
La perseverante búsqueda de la sensualidad para hallar formas de placer, definida como la erótica de la verdad: exploración de los lenguajes corporales y mentales, cuyo objetivo es la concepción de una determinada verdad de placer. El cuestionamiento a lo largo de la historia del ser por su cuerpo, por lo que este le comunica, de donde se desprende por contraste también la noción de un alma esencial, sintetizada en la apariencia de lo material, en un cuerpo vivo.

“Desde que conozco mejor el cuerpo –dijo un día Zarathustra a uno de sus discíulos-, el espíritu no es ya para mi más que una manera de hablar; y lo “imperecedero” tampoco es más que un símbolo”.[2]
El descubrimiento y el redescubrimiento constante de la satisfacción física, tergiversada y vista a través de diferentes contextos y puntos de la historia, implicaciones morales, religiosas, socio-culturales.
“Esta erótica de la verdad… se transmitía mediante iniciación magisterial, con el sello de secreto, a quienes mostraban ser dignos y podrían utilizarla en el mismo nivel de su placer, para potenciarlo y volverlo más agudo y satisfactorio”.[3]

La extensión de conocimiento, el dejar un legado intelectual ha sido uno de los ejes fundamentales sobre los cuales ha girado la búsqueda de la sexualidad humana, estableciendo poco a poco que mediante el encuentro corporal, los procesos de socialización y el choque entre las experiencias de diversas mentes que entran en contacto erótico deberán también asumirse hechos tangibles como conjunto de individuos, el anhelo del desarrollo colectivo, como sociedad, como cultura, como especie, (no como unión de razas pues somos una sola especie) en definitiva, como seres que piensan.
Esta preocupación tan humana[4] por asumirse como bichos que dejan registro en el planeta, ha causado que los comportamientos entorno al acto sexual, sean asociados a un intercambio de intelectos.

La distinción de género es una concepción de corporalidad sexual que se ha venido transformando con el paso de los siglos, abarca un gran proceso desde las primeras culturas, atravesando Grecia Antigua, repasando detalladamente cada una de las letras de los registros escritos aun existentes de sus tres tipos de comedia, de igual manera pasando por Roma, por sus abogados y sus paedagogias [5], la edad media y su cristianismo, y de ahí en adelante el desarrollo en potencia de ese mismo cristianismo abrumante, jerárquico y monopolizador hasta estos tiempos, hasta nuestros días, católico, apostólico y romano, como lo ven, romano todavía. Nuestra percepción de cambio y progreso en cuanto a lo que a discriminación sexual respecta, es tan falsa y nociva como nuestros persistentes intentos por igualar y asumir como idénticas dos formas tan distantes y cercanas como lo son la masculinidad y la feminidad.
El papel siempre relegado que ocupa la mujer en Grecia ocasiono que estas fueran también relegadas [6] en asuntos de intelectualidad, se comenzó a considerar más adecuado el amor entre dos hombres, el sexo heterosexual dio sus primeras metamorfosis antes de convertirse en una única y simple forma de perduración que posee la especie.[7]

“Por tanto, el Eros de Afrodita Pandemo es, en verdad, vulgar y lleva a cabo lo que se presente. Éste es el amor con el que aman los hombres ordinarios. Tales personas aman, en primer lugar, no menos a las mujeres que a los mancebos[8]; en segundo lugar, aman en ellos más sus cuer­pos que sus almas y, finalmente, aman a los menos inteli­gentes posible, con vistas sólo a conseguir su propósito, despreocupándose de si la manera de hacerlo es bella o no. De donde les acontece que realizan lo que se les pre­sente al azar, tanto si es bueno como si es lo contrario. Pues tal amor proviene de la diosa que es mucho más jo­ven que la otra y que participa en su nacimiento de hembra y varón”.[9]

La tragedia griega sufre un proceso de humanización a cargo de nuestros tres grandes trágicos, proceso en el cual el destino se desliga de las voluntades divinas y es replanteado hacia las decisiones humanas. Esquilo murió porque una águila soltó una gran piedra que sostenía entre sus garras cuando volaba muy alto en el cielo, que vino a caer precisamente en la cabeza del pobre calvo, a Sófocles lo consumió un ataque de risa, mientras que Eurípides era degollado por unos perros.
Periodo de transición, de desgarramiento si se quiere, en el que la mujer alcanza cierto espacio, acorta cierto terreno, la prueba está en la ascensión de Electra como personaje con el paso de un trágico al otro, mientras que en Esquilo, Electra no era más que una jovencita aferrada por ciertas casualidades al anhelo de su hermano, un deseo de justicia, de sangre por sangre. En Sófocles, la mira a la que apuntan ansiosos los personajes es la consolidación en una monarquía, el aventajamiento social, el deseo de poder.

“Sabe, pues, cómo he resuelto obrar. Ya sabes que no contamos con la ayuda de ningún amigo. El Hades, arrebatándolos a todos, nos ha privado de ellos. Estamos solas y abandonadas. En verdad, tanto tiempo como he oído decir que mi hermano estaba entre los vivos y floreciente de juventud, he tenido la esperanza de que vendría un día a vengar la muerte paterna; pero, ahora, desde que no existe, pienso en ti, para que vengues la muerte de tu padre y no vaciles en matar a Egisto con la ayuda de tu hermana; porque no me es lícito callarte nada. ¿Hasta cuándo seguirás inactiva, teniendo todavía una firme esperanza, tú, a quien no queda, privada de las riquezas paternas, más que una abundancia de lamentos y de penas, por todo el tiempo que envejezcas, privada de nupcias? Porque, ciertamente, no esperes casarte algún día. Egisto no es de tal modo estúpido que permita, para su desgracia, que nazca una posteridad de ti o de mí. Pero, si eres dócil a mis consejos, en primer lugar, serás alabada, por tu piedad, por tu padre muerto y por tu hermano. Luego, lo mismo que has nacido libre, serás llamada libre en lo porvenir, y celebrarás nupcias dignas de ti; por que todos suelen admirar las cosas honestas. ¿No ves qué ilustre fama adquiriremos, tú y yo, si me obedeces? ¿Qué ciudadano, en efecto, o qué extranjero, al vernos, no nos colmará de alabanzas tales como éstas?: «Ved, amigos, esas dos hermanas que han salvado la morada paterna, y que, no economizando su vida, han dado muerte a sus enemigos, poseedores de inmensas riquezas. Es justo que todos las amen y las reverencien; es justo que en las fiestas sagradas de los Dioses y en las asambleas de los ciudadanos, todos las honren a causa de su varonil proceder.» Todos dirán esto de nosotras, mientras vivamos, y, aun después de la muerte, jamás disminuirá nuestra gloria. ¡Oh, querida, obedece! Ven en ayuda de tu padre y de tu hermano, libértame de mis miserias, libértate a ti misma, pensando cuán vergonzoso es a los que son bien nacidos vivir en el oprobio”.[10]

En Eurípides en cambio Electra es una mujer urgida por la pasión, visceral.
“Preparada esta la cesta y bien filosa la daga. La cuchilla que inmole al toro ha de inmolarte a ti. ¡Aun en la mansión del estarán unida a ese esposo con quien compartiste el lecho aquí en la región de la luz! Ese es el favor que te concedo en cuanto tu me dejaste privada de mi padre”.[11]
Sin embargo, a pesar del espacio que se adjudica la mujer con la transformación de la tragedia, la comedia (que es reconocida por atacar ciertos parámetros de la antigüedad, y que se supondría entonces terminaría por establecer en papel de la mujer como activo de la sociedad) la relega y echa a perder años de camino que esta había recorrido hasta llegar a cobrar la venganza de sangre por sus propias manos, tal y como lo hizo la Electra de Eurípides. Una de las consecuencias nefastas del conservadurismo de nuestro cómico Aristofanes, apegado a las estructuras tradicionales, entre las cuales se halla la cadena eterna de la mujer, su relegación.
Esta constante superioridad masculina que rige los acontecimientos sociales en la antigüedad e incluso ahora, hizo de la homosexualidad una alternativa popular muy usual en tiempos griegos, por un lado los hombres que compartían aislados grandes periodos de tiempo combatiendo en la guerra o los hombres que apadrinaban a un joven pues buscaban amor sensato y sexo inteligente, y por el otro, las mujeres relegadas a la crianza de sus hijas que nacieran igual relegadas o las mujeres que habían encontrado independencia e identidad en su oficio de hetairas, conocedoras de las grandes verdades, poseedoras de la verdad erótica, hacedoras del placer carnal.

“El otro, en cambio, procede de Urania, que, en primer lugar, no participa de hembra, sino únicamente de varón -y es éste el amor de los mancebos -, y, en segundo lugar, es más vieja y está libre de violencia. De aquí que los inspirados por este amor se dirijan preci­samente a lo masculino, al amar lo que es más fuerte por naturaleza y posee más inteligencia. Incluso en la pederastia misma podría uno reconocer también a los auténti­camente impulsados por este amor, ya que no aman a los muchachos, sino cuando empiezan ya a tener alguna inteligencia, y este hecho se produce aproximadamente cuan­do empieza a crecer la barba. Los que empiezan a amar desde entonces están preparados, creo yo, para estar con el amado toda la vida y convivir juntos, pero sin engañar­le, después de haberle elegido cuando no tenía entendimiento por ser joven, y abandonarle desdeñosamente corriendo de­trás de otro. Sería preciso, incluso, que hubiera una ley que prohibiera enamorarse de los mancebos, para que no se gaste mucha energía en algo incierto, ya que el fin de éstos no se sabe cuál será, tanto en lo que se refiere a maldad como a virtud, ya sea del alma o del cuerpo. Los hombres buenos, en verdad, se imponen a sí mismos esta ley voluntariamente, pero sería necesario también obligar a algo semejante a esos amantes vulgares, de la misma ma­nera que les obligamos, en la medida de nuestras posibili­dades, a no enamorarse de las mujeres libres. Éstos son, en efecto, los que han provocado el escándalo, hasta el punto de que algunos se atreven a decir que es vergonzoso conceder favores a los amantes. Y lo dicen apuntando a éstos, viendo su falta de tacto y de justicia, ya que, por supuesto, cualquier acción hecha con orden y según la ley no puede en justicia provocar reproche.”[12]
Grecia constituyo una noble cuna que acogió con calor al joven homosexualismo que se establecía, Roma lo vio adulterarse y hacerse vulgar, Roma lo prostituyó,[13] pero llegarían la edad media y la inquisición, el cristianismo y su dicotomía de lo bueno y lo malo, los humanos que exploraban en el sexo diversas formas de socializar se convirtieron en pecadores del placer mundano, manchados y sucios por los deseos asquerosos del cuerpo débil, irían al infierno, eso les dijeron y todavía lo creen.
El cristianismo transformo el sexo en una acto impudico y desvergonzado, pero su hegemonia dependia tambien de que el trabajo insaciable de las cigueñas no admitiera descanso alguno, la gallinita de los huevos de oro no podia desaparecer ni detenerse, la institucion del matrimonio como mantencion del sexo heterosexual y el establecimiento de la familia hasta la muerte, aseguran que los infantes nazcan y sigan siendo bautizados, la maquina de hacer creyentes sigue produciendo a pesar de que su manera de producir es pecado religioso, contradictorio y sospechoso, como la gran mayoria de conclusiones de nuestra tediosa humanidad.

En la actualidad, nuestra concepción de mundo apenas despega de esa advertencia cristiana que efectivamente, rompió la historia en dos y se quedo con una parte, con la de mas para’ cacito.
Transitamos con paciencia el medioevo y el renacimiento, observamos como las vanguardias nacieron, vivieron su apogeo y entregaron sus cenizas al azar que los condujo siempre y él seguía ahí, la ciencia observo con asombro los alcances de Einstein pero él seguía allí. Freud y su psicoanálisis, Marx y su comunismo, llego incluso Nietzsche advirtiéndonos del engaño[14], pero la mitad del mundo seguía instaurada y apegada a una religión que los ataba, que no les permitía acercarse a los placeres corporales sin ensuciarse de morbo y de oscuridades pecaminosas. Hoy la iglesia aun se empeña en moralizar un caucho que utilizan los hombres sobre su miembro viril en estado de erección, pero la mitad del mundo sigue pendiente y atenta a lo que dicen del papa de Roma, lo vieron: …todavía.

La historia del homosexualismo es la historia de cómo se le adjudican a una situación específica la mayor cantidad de pecados, tabúes, y deformaciones degradantes, de como se hace de determinado acto un espacio agresor para la violación de la inocencia cognitiva, es la historia desfigurada del reconocimiento de los géneros, resulta determinante el que los niños no reconocen edad ni genero (incluso ni especie) en los individuos con los que socializan, por eso nos extrañan los cuerpos desnudos de nuestras dos madres cuando comparten una ducha con nosotros bajo la regadera, parece que a una le cuelga algo que no debería estar ahí, por eso también nos asombran las pieles arrugadas de los seres con anteojos que hablan como si todo lo supieran, ¡Aguardad, dejarlos morir en paz! Fijad pues vuestra atención en los niños, en los seres que no discriminan porque se acercan al contacto sin prejuicios, guiados por el cuerpo, cegados por la carne, atrevidos, despiadados.



"Cógele tras el portal, levántele el faldamento
y con mi sirio pascual, rásguele los fundamentos
del pecado original, que tal muchachos que tal."
Julio Flores




BIBLIOGRAFIA

· Michel Foucault. Historia de la Locura.

· Friedrich Nietzsche. Así Hablo Zarathustra.

· Friedrich Nietzsche. Más allá del bien y del mal.

· Friedrich Nietzsche. El nacimiento de la tragedia.

· James Miller. La Pasión de Michel Foucault.

· Platón. El banquete.

· Sófocles. Electra.

· Eurípides. Electra.

· Julio Flores. Antología.

[1] Michel Foucault. Historia de la Locura.
[2] Friedrich Nietzsche. Así Hablo Zarathustra. 1883-91, PLANETA AGOSTINI, pág. 149. De Los Poetas.
[3] James Miller. La Pasión de Michel Foucault. EDITORIAL ANDRES BELLO, págs. 363-364.
[4] Hasta ahora se desconocen preocupaciones que provengan de fuentes diferentes a las mentes humanas, la lectura de este documento es por ejemplo una de estas denominadas “preocupaciones”, preocupante ¿no? Denominada “mente humana”.
[5] Los romanos preferían comprar su placer, la aristocracia romana se libro a la pederastia como exhibición de elegancia y distinción. Los grandes señores se creían obligados a tener en sus casa harenes de bellos adolescentes llamados Paedagogias y daban a sus muchachos nombres cariñosos como Delicati Pueri o Deliquia e Domine. Estos mancebos formaban parte del lujo de la casa, se los compraban muy caros y se los exhibía con orgullo.Se trataba en general de esclavos nacidos en casa de su amo y otras veces de extranjeros importados por los mercaderes para ser vendidos a los aficionados en mercados esclavistas.Se ubicaba a estos muchachos, que eran muchas veces niños prácticamente, en un estrado entre otros productos traídos de los países bárbaros, y eran obligados a fingir maneras delicadas, a pronunciar palabras aprendidas de memoria, todo para lograr ser comprados.Llegaban generalmente del África, los mercaderes los compraban a bajo precio en las orillas del Nilo, en Etiopia o en Siria. Los alejandrinos eran los más buscados y se pagaban precios elevados que variaban según la edad y la belleza, pero también merced de sus habilidades.No solo servían estos esclavos para satisfacer la sexualidad de su amo, si no que también para ser de servidores en los banquetes, lavar los pies y las manos de los invitados, ahuyentar las moscas con ramas de Mirtos y cantar o bailar.
[6] Si señorita Safo, no en su totalidad.
[7] Dicen que en Atenas la heterosexualidad de Pericles era usada en su contra por sus oponentes, decían que era un hombre que no tenía corazón...
[8] Ninguna incitación a la depravación existía entre el Erastes (el Amante) y el Eromenes (el Amado).Era Amor concebido como irremplazable sin comparación con ningún otro y estaba fundado en la admiración reciproca.En Grecia, el hombre mayor adoraba la juventud y tenia la tarea de proteger a su amado, formar su espíritu y consagrarle lo mejor de su pensamiento. El Eromenes debía ser una adolescente de edad comprendida entre los 13 y los 18 años. Estos adultos que buscaban un joven como amante y también como discípulo, eran hombres casados, con hijos y que frecuentaban a las prostitutas.
[9] Platón, El Banquete.
[10] Sófocles, Electra. Parlamento de Electra.
[11] Eurípides, Electra. Parlamento de Electra.
[12] Platón, El Banquete.
[13] El homosexual y el trasvertido eran mal considerados incluso castigados por la ley en caso de que ese amor fuera mercenario (a cambio de algún beneficio monetario). En Atenas solo se castigaba la violencia y solo se atacaba al que se había vendido con ánimo de lucro. “Solo mediando el dinero y la violencia, esta forma sexual, adquiría carácter vergonzoso, sino, no” Un ejemplo de ello, es un pleito entre dos hombres llamados Equines y Timarco. Esquines denostaba a Timarco, un joven que a los 13 años se vendía por 1 Dracma. Decía Equines:- “Yo no critico los amores honestos, si no que condeno como condena la ley los amores mercenarios”- Luego citaba una serie de parejas de antiguos amantes y recordaba a los jueces los nombres de algunos muchachos conocidos que eran respetados que debido a su gran belleza y sus virtudes habían sido bien amados. Según Esquines, Timarco era esclavo de las pasiones más despreciables. Timarco tuvo cientos de amantes hasta que perdió su belleza y juventud. Murió en la miseria, en un suburbio infame.
[14] Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y del mal.
[15] Confesión realizada por el poeta colombiano en su adolescencia, tras mantener relaciones sexuales en una despensa con una señora del aseo cuyo contrato fue inmediatamente cancelado y suplicar que no le notificásemos a su señor padre, a cambio aceptaría en público su impureza, con todo el colegio Rosario formando en filas ante él.
Notas y recomendaciones al pie:
  1. Cine para veer: Le Placard.
  2. Literatura para ler: La Mascara de Apolo, Mary Renault.
  3. "Sagrada Maria tu que concebiste sin pecado, ayudame a pecar sin concebir"

Frase pronunciada por mi herman -ita- "quinceañera" a la altura de un desayuno que se me desantojo inmediatamente.

En la buena, en la mala y en la escuela.

SAY NO MORE and more and more and more...

3 comentarios:

vanegas dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
vanegas dijo...

prometo leerlo todo... pero me recuerda a mi experiencia en un club gay en Berlin, el panorama, el primer dia no pude entrar, al dia siguiente parecia mas gay, y al entrar me di cuenta de lo popular que era el club entre los heterosexuales y lo bien que se lo podia pasar, el multicolor no parecia una propocion libidica, sino un simple decorativo de los tiempos de la psicodelia.

David dijo...

Madera: El niño en la novena de aguinaldos.
Los negros, las muejeres y los negros que se creen mujeres.
Como me gustaria ser negro, definitivamente la raza superior, Ray, Coltrain... que mas piden?