lunes, noviembre 16, 2009

De salir corriendo con todas las fuerzas

Nombres, hombres hechos de partículas corroídas por el tedio, por la inutilidad de sus sentidos, gente que habita cuerpos, cuerpos que escriben en las agendas, agendas que no tienen tiempo, tiempos de resentimiento, fechas de caducidad. Y nosotras, las mujeres, que entre todos los hombres que respiran y piensan, fueron las mal mastrazadas en la antigua Grecia. Mujeres y Eva.
Si de nombres se tratara, te podríamos decir que se llama Argán o Migue, que llovía y que mediaba NO VIembre. Vestimentas empapadas y calles que soportaban la fuerza con la que se movían el agua, la gente, el ruido, los miserables.
De entre todas las manos que Don Ramiro vio extenderse para detener su marcha, la que realmente miro fue la de María Gabriela, después de correr agarrados fuertemente de la baranda durante dieciocho minutos, Argán o Migue observaba atento las ventanas del costado derecho pendiente de quien era la victima de la altanera velocidad con la que Don Ramiro mojaba miles de personas con vidas distintas en la acera, Argán reía, Migue se regocijaba en el hecho de saber que Argán reía. María Gabriela fue pisada por un obeso personaje que no contuvo su peso ante un freno de Don Ramiro, (este frenó pues había una mujer que corría con todas sus fuerzas se lanzo a un camión en la carretera y su cuerpo inerte lo arrastraba un gato) en el preciso instante en que escucho reír a Argán, le astillo los ojos con la mirada sostenida, si que lo intimido, ella quiso salir de aquel lugar lleno de gente vacía, cuando paso corriendo por el pasillo, alarmada por los gritos de los niños que nadie oía, lo tocó. Timbro y salió disparada por la puerta trasera, en la esquina había una estación de policía.
El no soporto no volverla a tocar, corrió para bajarse del bus, llegó pronto a su encuentro. Ella se moría siempre de la risa, Vos te querías comprar un perro_? Pero soy un gato.

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