martes, abril 12, 2011

Fuga Roja

Lo peligroso es inesperado.
Ayer fuí al cine. Ví una película en la que se planeaba un robo.
El abogado entraba al burdel con temor a ser visto. Se encerraba en una habitación donde lo espera una chica de abundante cabellera negra.
El mejor golpe que podriamos dar. Uno más. Solo uno más, y te retiras.
La pelinegra asintió en silencio. ¿Por que quisiera un ladrón dejar de robar? ¿Por que alguien cree y se convence de que jamás ha robado? ¿Quien esta libre de culpa?
Ál salir del teatro me encontré en una calle empinada, veia muchos tejados que se iban haciendo mas chicos, pequeños, diminutos, insignificantes, pero en vez de perderse en el horizonte. Los tejados y el horizonte se perdian en una atmósfera grisacea de dioxido de carbono. Solo irrumpia en la nube densa un edificio, era blanco pero lucia teñido de gris, habian los años acumulado el polvo en sus gárgolas, estaba sucio, los hombres habian ensuciado la catedral. Siguiendo su cúpula que se elevaba entre los tejados. Caminé hasta la plaza, alli me detuvé. Sonaban trompetas fúnebres que despedían a algún militar de alto rango, por un momento, tuve mucho miedo, pensé que habia estallado la guerra, que la gente de la plaza enfurecia y que los militares disparaban sus armas desenfrenados, nos llenan a todos el pecho de plomo y lo rompen porque le hacen agujeros y nuestra piel ya no podrá contener nuestra sangre y nuestra sangre sale y se mezcla con el plomo, se riega hasta el piso y se unta de suciedad, y se sigue regando por la calle empinada. Mi mamá me decia que no comiera comida del piso, pero no tengo la culpa mamá de dejar que mi sangre se arrastre por mi cuerpo hasta el piso. La sangre de las princesas se riega en la misma dirección que la sangre del esclavo mamá: calle abajo hasta los barrios mas populares. Tuve mucho miedo pero la gota de lluvia que reventó contra mi frente me tranquilizó, me hizo sentir vulnerable nuevamente, me recordó que mi sangre no rueda aún en el suelo con la lluvia. Puede el agua ser un arma mortal. Podran los mares venirsenos encima cuando se les dé la gana. Podrá el sol matarnos de sed. Podrá el viento derribar alguna vez la estatua del prócer imponente que anuncia a gritos su libertad. ¿Acaso no pareciera que la libertad es ante todo un asunto de silencios? Quien hace silencio escucha. ¿Es pecado creer que quien escucha es libre? Entré a la iglesia para tener un refugio de la lluvia. Ví su cúpula que era inalcanzable. Temí a las cosas que me separaban de su infinito divino. Temí ser hombre en vez de Dios. Temí al viento que entraba a la catedral por la puerta y se elevaba hasta la estatua del hombre crucificado, incapaz de flexionar sus codos, agujereado él y tambien sus manos. El viento que golpea el agua bendita, lo que es bendecido empieza a ser tocado por todos, agua que no has de beber. Mortal agua de mi vida. La música viajaba a travez del viento, tambien el dioxido de carbono, los insultos y el ruido. Sobrevolaron la plaza por encima de las palomas y entraron a la escuela, solo la música pudo salir. Algunas palomas entran a la escuela para comer el pan que no comen los estudiantes porque juegan futból todo el recreo. Las palomas son tan humanas, que pueden convivir en lo urbano y en lo humano lo suficientemente desapercibidas para no ser aniquiladas de inmediato. Un animal no debe ser apetecido si quiere sobrevivir. Lo contrario le sucede a un abogado o a una prostituta. Las palomas no contemplan la posibilidad de enfrentarse a lo humano, huyen instintivamente, se voltean y corren hacia atras con espasmos de terror mientras alzan un vuelo corto que las aleja del peligro. Con el tiempo, van aprendiendo a anticiparse a las situaciones desfavorables, tal como los humanos, establecen un perimetro y aprenden a distanciarse de automoviles, personas, perros y gatos. Ni las palomas, ni los humanos, ni los humanos judíos saben aún como defenderse del dioxido de carbono. Atendí a toda la ceremonia sin pronunciar una sola palabra, al llegar el momento de la comunión, me levanto del banquillo y camino hasta el sacerdote. El cuerpo del hombre crudificado es mojado en el vino, el vino intenta escapar de las manos del cura aferrandose a la ostia, pero no todo el vino lo consigue, alguno se riega nuevamente a la copa y espera a otro creyente.
Abro mi boca y recibo a Dios en mi lengua. Siento tanto miedo que huyo corriendo por entre la gente, al principio los empujé pero ahora me empujan a mi. Logro salir de la maldita multitud que se agolpa en el templo, me doy la vuelta y me deshago en gritos, los insulto con todas mis fuerzas, como lo hizo Cristo. Algunos de ellos no se aferran a la ostia como el vino y corren tras de mí para golpearme, me persigue tambien la policia, por instinto.
Cuando atraviezo la plaza corriendo las palomas se levantan y huyen de mi. No puedo ver hacia donde corro, las palomas me tapan la visión. Sigo siendo perseguido por la policia y los fieles. Una paloma huye asustada y se refugia en la escuela, un niño que patea un balón que va para gol pero golpea a la paloma, la paloma muere, el niño no hace el gol, el recreo: termina. El unico lugar donde puedo esconderme: el cine. Hoy, huyendo de gente uniformada y bendita que quiere herirme debo esconderme en el cine.
Entro al cine y solo hay una persona, es una pelinegra que mira su propia película.
Asiente en silencio y me gusta.
Siento el placer de percibir peligro.

No hay comentarios.: