martes, enero 17, 2012

negación y sin embargo

No sienta lastima, no me mire con pesar a los ojos, no me prohiba escribir sin rumbo alguno, si no quiere no me toque.
pero sujéteme.
No pervierta mis represiones, no me juzgue, no me dé dinero, nunca piense que no me arrastro.
No parta el pan, ni siquiera comamos en la mesa.
Esconda el vino, ellos no nos pueden ver.
necesito... cuán vulnerable resulta golpear cada una de las letras de esa palabra.
detenerme... cuán mentiroso.
tengo una confesión pero no una iglesia: anteriormente, un niño burgués que creía en las reglas, en las buenas costumbres, en la santidad de los sacerdotes que se te acercaban por detrás y te tocaban la espalda, como obligándote a confiar en ellos con toda sutileza. En la escuela, desastrosa hiperactividad.
Le pido disculpas, si quería leer algo coherente.
relájese para yo poder hacerlo.
solo una advertencia:
téngame miedo, pues ando desbordándome del camino a toda velocidad, tragando el humo de las maquinas sucias, pero pedaleando hasta más no poder, hasta la locura, hasta el delirio, hasta caer.
No hay trampa, por eso no le juro nada, porque las palabras engañan, delatan, espían.
No robamos si nadie nos delata, nos imaginamos encadenados por la policía.
Se nos olvida que alguien pueda traicionarnos.
se nos olvida que estamos solos.
que nadie más que yo lee.
estamos solos.
en una sola balsa a la deriva, a la intemperie.
por el camino del tente en pie.
No se arroje al mar.
aguante.

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