lunes, octubre 08, 2012

cuestionas y naces



¿Puede acaso hacerse responsable a una vacilante mayoría? ¿No es cierto que la idea de responsabilidad
presupone la idea de la personalidad?
¿Puede prácticamente hacerse responsable al dirigente de un gobierno por hechos cuya gestión y ejecución obedecen
exclusivamente a la voluntad y al arbitrio de una pluralidad de individuos?
¿O es que la misión del gobernante – en lugar de radicar en la concepción de ideas constructivas y planes – consiste
más bien en la habilidad con que éste se empeñe en hacer comprensible a un hato de borregos lo genial de sus
proyectos, para después tener que mendigar de ellos una bondadosa aprobación?
¿Cabe en el criterio del hombre de Estado poseer en el mismo grado el arte de la persuasión, por un lado, y por otro la
perspicacia política necesaria para adoptar directivas o tomar grandes decisiones?
¿Prueba acaso la incapacidad de un Führer el solo hecho de no haber podido ganar a favor de una determinada idea el
voto de mayoría de un conglomerado resultante de manejos más o menos honestos?
¿Fue acaso alguna vez capaz ese conglomerado de comprender una idea, antes de que el éxito obtenido por la misma revelara la grandiosidad que ella encarnaba?
¿No es en este mundo toda acción genial una palpable protesta del genio contra la indolencia de la masa?
¿Qué debe hacer el gobernante que no logra granjearse la gracia de aquél conglomerado, para la consecución de sus
planes?
¿Deberá sobornar?¿O bien, tomando en cuenta la estulticia de sus conciudadanos, tendrá que renunciar a la
realización de propósitos reconocidos como vitales, dimitir el gobierno o quedarse en él, a pesar de todo?
¿No es cierto que en un caso tal, el hombre de verdadero carácter se coloca frente a un conflicto insoluble entre su
persuación de la necesidad y su rectitud de criterio, o mejor dicho su honradez?
¿Dónde acaba aquí el límite entre la noción del deber para con la colectividad y la noción del deber para con la propia
dignidad personal?
¿No debe todo Führer de verdad rehusar a que de ese modo se le degrade a la categoría de traficante político?
¿O es que, inversamente, todo traficante deberá sentirse predestinado a “especular” en política, puesto que la
suprema responsabilidad jamás pesará sobre él, sino sobre un anónimo e inaprensible conglomerado de gentes?
Sobre todo, ¿no conducirá el principio de la mayoría parlamentaria a la demolición de la idea-Führer?
Pero ¿es que aún cabe admitir que el progreso del mundo se debe a la mentalidad de las mayorías y no al cerebro de
unos cuantos?
¿O es que se cree que tal vez en lo futuro se podría prescindir de esta condición previa inherente a la cultura
humana?
¿No parece, por en contrario, que ella es hoy más necesaria que nunca?
Difícilmente podrá imaginarse el lector de la prensa judía, salvo que hubiese aprendido a discernir y examinar las cosas
independientemente, qué estragos ocasiona la moderna institución del gobierno democrático-parlamentario; ella es
ante todo la causa de la increíble proporción en que ha sido inundado el conjunto de la vida política por lo más
descalificado de nuestros días. Así como un Führer de verdad renunciará a una actividad política, que en gran parte no
consiste en obra constructiva, sino más bien en el regateo por la merced de una mayoría parlamentaria, el político de
espíritu pequeño, en cambio, se sentirá atraído precisamente por esa actividad.
Pero pronto se dejarán sentir las consecuencias si tales mediocres componen el gobierno de una nación. Faltará
entereza para obrar y se preferirá aceptar la más vergonzosa de las humillaciones antes que erguirse para adoptar una
actitud resuelta, pues, nadie habrá allí que por sí solo esté personalmente dispuesto a arriesgarlo todo en pro de la
ejecución de una medida radical. Existe una verdad que no debe ni puede olvidarse: es la de que tampoco en este
caso una mayoría estará capacitada para sustituir a la personalidad en el gobierno. La mayoría no sólo representa
siempre la ignorancia, sino también la cobardía. Y del mismo modo que de 100 cabezas huecas no se hace un sabio,
de 100 cobardes no surge nunca una heroica decisión.
Cuanto menos grave sea la responsabilidad que pese sobre eFührer, mayor será el número de aquéllos que, dotados
de ínfima capacidad, se creen igualmente llamados a poner al servicio de la nación sus imponderables fuerzas. De ahí
que sea para ellos motivo de regocijo el cambio frecuente de funcionarios en los cargos que ellos apetecen y que
celebren todo escándalo que reduzca la hilera de los que por delante esperan.... La consecuencia de todo esto es la
espeluznante rapidez con que se producen modificaciones en las más importantes jefaturas y repartos públicos de un
organismo estatal semejante, con un resultado que siempre tiene influencia negativa y que muchas veces llega a ser
hasta catastrófico.
Si el judío con la ayuda de su credo marxista llegase a conquistar las naciones del mundo, su diadema sería entonces
la corona fúnebre de la humanidad y nuestro planeta volvería a rotar desierto en el eter como hace millones de siglos.
La Naturaleza eterna venga inexorablemente la transgresión de sus preceptos.
ASI CREO AHORA ACTUAR CONFORME A LA VOLUNTAD DEL SUPREMO CREADOR: AL DEFENDERME DEL JUDÍO
LUCHO POR LA OBRA DEL SEÑOR.

haces
a veces huelo perico porque soy muy cobarde para tomar cianuro..."
A. H.
ayer y hoy

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