viernes, octubre 12, 2012

en su vida

irremediablemente dormía aunque deseara cantar o besar, solo puede dormir y sudar en esa cama enferma y fría, soñar otro lugar desesperado, lleno de oscuridad que margina, sumergido en la fiebre del desencanto, noche caprichosa de jinetes blancos. bestia agitada, atraviesas la inmensa roca que cubre aún al sol, irrespetas la sombra que te cubre atroz, es tu misma sombra que se pierde en la penumbra que provoca la montaña, sus secretos y los tuyos te hacen pesado, encima de tu espalda esta ese peso tan no tuyo, no en tus plantas, cada sorbo de aire es deterioro, progresivo, ineludible, queda atrás el tiempo encadenado a la luna altanera, que llora intocable, alguien quiere que la veas y por eso la toca, aún llora distancia y polvo que le sale por los ojos, tiene que salir por alguna parte, del otro lado nace el sol, curva de luz que te golpea la cara, mira de frente a los ojos y sostiene la mirada, sin vergüenza, sin miedo, soporta la agresión salvaje de otro ser que también soporta. ¿acaso se es ciego por mirar al sol del frente?
¿es dejar de mirar soberbia? ¿cobardía bajar la mirada? ¿callar es esconderse o hacerse ver?
miras el pedazo de camino que pisarán tus pies inmediatamente después, cuando te desequilibres, cuando te entregues al vacío del siguiente paso, no puedes mirar lo que pisas ahora, no se puede ver el suelo que te sostiene de pie, el peso de tu cuerpo entero lo cubre, allí donde nace tu sombra, empujas el suelo sucio como rechazándolo, sorprende que todavía tengas la fuerza necesaria para saltar, puedes despegarte de la tierra por breves instantes de vértigo pero no puedes escapar de su atracción, tarde o temprano volverás a ella, caerás, volverás a caer, una vez más le entregarás tu peso y el de tus secretos, y tu sombra y tu se tocarán justo en ella, ignoras su dolor, la golpeas con la misma fuerza con la que saltas para desprenderte, para alejarte de ella y morir algunos segundos solo, puede respirar cada vez que saltas, pero la violentas con cada caída, es ella quien recibe tus riesgos, ella lava a mano lo que derraman tus excesos, quien detiene tu cuerpo antes del abismo sin fondo, en silencio percibe como cada vez saltas y caes con menos fuerza.        
irremediablemente cabalga pero se vuelve hacía el valle, a la sacra, indecible. misteriosa noche, se desvanece el impulso iracundo que lo arrastraba, detrás de la roca que cubre el horizonte esta el mar en el que se ahoga la sed infinita, mira desde adentro, cierra y ocupa tu cuerpo, no nacerá, morirá contigo, por ti.
irremediablemente tienes la culpa de no tenerla y de tener que robarte.
no entiendo como juegas en la nieve si siempre vuelves al valle.
das la espalda al sol, él te quema, esa misma espalda que sostiene los secretos de la montaña que no atravesaste.
¿hasta cuando beberás de este veneno que te hace subir pero también regresar?
¿conviene más uno que te haga dormir?
sospechas que ir y venir no es volver. ir y venir es alejarse más.
¿hasta cuando desearás beber? ¿hasta cuando beberás sin desearlo?
¿hasta donde subir? ¿hasta el frío eterno y jugar en la nieve gris? ¿hasta ser huellas de barro en la humedad?
dudo que pueda seguirte, no me lo permitirías. dudo que pueda escucharte alguna vez, por un instante.
¿perseguirte hasta hacerte desaparecer? ¿pisarte para saltar de ti? ¿caer al suelo y volver a correr?
no.
absolutamente no.
arrojarme con fuerza al desequilibrio ¿confiar en este cuerpo que lastimo en la nieve? ¿disfrutar sus heridas? ¿cuando dejó de ser mío? ¿cuando dejé de ser yo? ¿sabrá mi cuerpo descomponer el golpe? ¿entregarse con toda la fuerza pero sutilmente? ¿dudar? ¿y la duda? no escucho a mi cuerpo ¿él aún a mi?
no es cobarde, el cobarde soy yo, ni siquiera soy cobarde, de cobardía disfrazo esta soberbia, esta sordera que me pesa, que me devuelve ¿o me devuelvo por voluntad propia? ¿retrocedo solo? ¿para que llegar hasta la cima, hasta el umbral? ¿para que lamer el último límite con tu lengua seca de gato? ¿para que detenerse ante la orilla? ¿para que tantas preguntas? ellas no van a moverme.
¿cuando me pare en el extremo del suelo que carga este cuerpo ajeno, cuando el más mínimo desequilibrio lo haga ceder ante la furiosa verticalidad de la roca, solo en ese estado insignificante ante la omnipotente caída, sentiré mi cuerpo confundido entre instintos descontrolados que me inundarán de noche?
seré la bestia educada, cárcel de mi libertad pero también seré jinete indeciso, inerte e inútil y rodearé la montaña mucas veces, hasta olvidar la montaña y las vueltas, voy a estar casi tan viejo como ahora.
amo que seas intocable, que no pueda alcanzarte.
envejecerías por contagio.
quisiera tocarte, pero porque amo que te alejes y no pueda.

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