jueves, diciembre 04, 2008

Caminan por la calle decididos, sin pretender entender con arrogancia como funciona el mundo, sin ahorrar esfuerzo, sin temor a lo desconocido pero con temor a lo que no se puede conocer, a la oscuridad. Empuñando miles de paletas de mora untadas de babas con gripa, se mueven solitarios, pero su soledad es una soledad colectiva, sus caras son crédulas, precoces, sus voces son el himno a la atorrancia, sus espaldas son pequeñas, su frio es frio en realidad, su frio no es falta de calor, sus frios son gritos vaporosos que se confunden con el humo delincendio, delincuentes.
Sus vidas son pedazos de vidas que no se encierran en el afan detestable de vivirse pronto, son dueños del mundo, del tiempo, no son dueños de nada, precisamente por eso son dueños de todo. Ladrones de miradas, invisibles.
La ciudad se paralizo.
Una vez los niños se tomaron los parques y los dispensadores de paletas de la ciudad, fue un golpe a la angustia y a la insensatez, la toma no necesito de mayores previsiones ni acuerdos, nada fue planeado, todo se hizo como ellos querían hacerlo, comenzaron a salir de sus casas, en grandes grupos, incentivandose entre si salían y caminaban las calles con autoridad, comían helado y se ensuciaban en los parques, había doscientos niños por cada parque en la ciudad. Las llamadas a la policía de la madres desesperadas atestaban las lineas, pero era imposible buscar un niño entre tantos niños, su gran numero y su inmutable decisión los hacia poderosos, ninguna fuerza publica en el mundo estaba preparada para combatir con la misteriosa situación, imposibilitados para disparar, para envenenar y para golpear a los niños, la policía se fue perdiendo en ruegos inservibles para que los menores abordaran las camionetas.
La orden fue puntual y determinante.
No obedezcan las pataletas, los muchachos regresaran a sus casas una vez entre la noche y el frio de la soledad les carcoma las narices.
El final fue apocaliptico.
El tiempo trascurrio miserable y los niños se dejaron morir en el seno de la tibia noche, intoxicados. Felices y absolutamente seguros de que dieron el golpe mas fuerte jamas dado a un mundo que pretendiendo durante años enseñarlos a vivir, no tuvo las agallas para dejarse morir cuando no hallo mas vida en su camino, mundo envejecido y tardio. Perdio ante la veraz predicaccion de la precocidad, el dia en el que los niños dominaron el mundo sin pronunciar una sola palabra.

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