sábado, diciembre 06, 2008

"La cobardía se transforma dentro de mi porque la practico con fervor religioso, la nada queda a mis espaldas."
Después de la arrebata discusión y la común contradicción entre las juventudes descarriadas y las reglas que se establecieron sin nuestro consentimiento en esta casa, que es una casa decente, se permitirá irreversible o no, la fuga. Escapando así de las cuatro paredes, escapando de las tres comidas diarias, escapando de los principios que se revelaron absurdos para aquel que tiene bastos y profundos deseos de caer sin fondo y de quemarse el coco. Escapar por la ventana inútilmente, hacer maletas, sacar la mayor cantidad de dinero (que dada la situación, iniciara un proceso de valorización como significado de la irreverente supervivencia) posible, la botella con el alcohol mas fina del bar y las agallas que habían estado escondidas bajo el colchón desde tiempos perdidos en los que se jugaba solo y acurrucado en algún rincón de un cuarto solitario solo habitado por una infinidad de amigos imaginarios con nombres sospechosamente fáciles de recordar, pero mucho mas fáciles de olvidar.
Se desencadenaran entonces una serie de reacciones impulsadas por los inesperados y desesperados aullidos y llantos humanos que incluirán (con ciertas diferencias que varían respecto al determinado caso) alaridos, rasguños y gritos que escandalizaran a los vecinos.
Vale la pena preguntarse, llegado este punto, que hacer en el determinado caso.
Las acciones destinadas a seguir dependen definitivamente del bando en donde se halle el pensante.
Si el pensante planea darse al escape de la vida organizada y de las llegadas tarde, pues deberá entonces ser frió y calculador, prever los puntos de quiebre del contrario y enriquecerse con amigos y tías que no se molesten cuando este se halle en la penosa necesidad de pedir posada por algunos "pocos días". Sin embargo, si el presentado se encontrase en el papel de perseguidor y imposibilitador de la huida, aproveche las menores oportunidades y descuidos del adolescente desenfrenado efervescente, tome como rehén las llaves del joven fugitivo, esconda sus maletas y robe temporalmente todo su dinero, ojo, vigile las ventanas y procure estar atento a los movimientos descarnados de un adolescente que se halla imposibilitado de traspasar la frontera, pues quien la vigila es otro adolescente que sin valerse de autoridad u otras mañas exclusivamente empleadas por los adultos para mantener bajo control los excesos de la explosiva juventud, lograra contener y mantener tras la puerta a fugitiva sin fuga que no puede escapar con su niñez pues se lo impide una niñez aun mas niña y mas pura que la suya. Una niñez perdida entre los canales rotos de la precocidad indefinida. Una niñez sincera.

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