domingo, enero 18, 2009

Sonner or later im gonnna get your love.
Por eso vamos, pegame como un hombre.
o cogeme como una gran mujer.
La abogada miro su credencial sobre la pared y su decencia toda desparramada sobre el escritorio. Su cliente, desnuda y dormida sobre su decencia y su ropa interior. Se había entregado a las sensaciones hace ya bastante tiempo, ahora cobraba mensualmente, ganaba bien, lo suficiente para comprar gasolina y para mantener su adicción a la cocaína.
Se vistió y se marcho despelucada por la puerta, cerro duro y con seguro, la dejo dormida, exhausta, segura de su instinto animal y de su fuerza de involuntad.
Yo me quiero morir, no aguanto mas estar aquí.
El medico calculaba lentamente cada uno de sus movimientos, la niña le gritaba de dolor cada vez que fallaba, ambos lloraban, la sangre se derramaba en la camilla, las cortinas cerradas eran azotadas por el ultimo atardecer. Nunca pudo ver un atardecer. De hecho, ni siquiera pudo ver. Carne roja y con vida aun, caía en la bolsa plástica de desechos tóxicos, el sabia lo que hacia, eso quizá era lo que mas le quemaba la boca del estomago, vomitaba coagulos de sangre nerviosa. Cuando termino, miro a su hija envuelta en lágrimas de desesperación. Su nieto, vuelto trizas ya no gritaba de dolor cada vez que acertaba. Gritos silenciosos de vidas ausentes que supuestamente jamas nacieron.
Algún día va a caer tu maldito disfraz, ese día descansaremos en paz.
Se miraron fijamente, con la juventud resbalándoles por los talones, levantaron el codo a la altura del cuello, empuñaron fuerte los revolvers calibre 22. Ella sintió como el arma de el le apretaba el pecho, el se erizo y espero la bala al músculo con paciencia, pero ninguno pudo evitar agitarse. Ambos, medico y abogada, contaron hasta tres al tiempo. Ambos, cansados de la cruel estabilidad que quiebra tan frágilmente por las noches sin control.
Quizás te ame, que puedo hacer cuando mañana esta en el ayer.
La pistola de el no disparo ninguna bala, entonces ella lo miro agonizar violentamente, mientras la espesa sangre le invadía los pulmones y le asfixiaba la vida.
Ya no había credencial contra la pared, pero su decencia seguía desparramándose como agua alborotada a cada paso que daba.
Tomo su pastilla anticonceptiva y camino hasta la avenida, donde siguió marchando despelucada.
Las cosas del querer, que vimos en el cine, tal ves no tengan fines ni principios ni nada.
Cuiden sus pastillas.
TENGAN EL CONTROL.
Nadie va a enterarse si es la luna o es el sol.
no esta bien y no esta mal.
no esta loca tampoco es normal.
Sentada, con el frio sanitario besandole los muslos, saca de su bolso una raya mas.
Cuando te secuestren...

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Y si no pierdo la esperanza
a veces con vivir no alcanza
voy a tomar un poquitito más
de aquella medicina del doctor”.