martes, noviembre 08, 2011

Aún

Ayer entre sueños sentí cantar a Violeta, a mi lado un cuerpo se levantaba, incorporándose hacía ese sonido, movimientos que se buscan esos de cantar y caminar, esta condición que ahora me impongo hizo brotar de mí impulsos que me alegran, que necesito, ayer sentí en mí toda la tibia modorra de los indignados, ayer guarde silencio cuando mi hermana me grito la verdad en la cara, no hay trampa, era la simple verdad, reventada a gritos contra los ojos que no confrontan, escupida con lágrimas en los ojos, ¿lágrimas que lastiman? ¿algo realmente me lastimará? Ayer sentí entre sueños porque despierto no siento nada, soy ese ser inerte que siempre he criticado, quizá es criticarlo la razón por la que me convertí en él, en ese montón de tensiones que no tiene nada de cuerpo, y que estaba hay sentado con mi hermana repitiendo algo que ya le he dicho muchas veces le he repetido eso se lo digo cantidades pero hablo y hablo cosas que no concluyen en acciones, mi discurso idiota no trasciende mi piel, es inútil, tal como yo, cuando mi hermana se alejaba me dijo que le vaya bien, que despierte un poquito, me despido aunque realmente tenga ganas de pegarle.

Eso si que fue sincero.

Soy una puta sarta de mentiras, ni siquiera puedo decir mi nombre sin pretenderme.

Tomo el camino del ego ista.

Me trago la propia saliva que me cae al estomago y hace brotar de mí ácido para digerir, pero no hay comida, porque no hay dinero, me digiero mi propio cuerpo, que digo cuerpo, montón de tensiones...

Llega un punto, con forma de momento en el que no se puede seguir escribiendo aquí, en el que no se es capaz.
Cosas que nos averguenzan, actos nuestros que no queremos publicar.
Solo de esa manera se puede escribir un diario, sintiendo nacer la gangrena en mi cuerpo hasta las sábanas untadas todas de lepra abrazado a Simone De Beavouir, anotando cada detalle, hasta vomitar la nausea.
No funcionó
aún sigo sordo

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