martes, noviembre 01, 2011

estigma

las señoras huelen a dulce perfume, salpicadas sus mejillas de picardía solapada y vergüenza, comen y rezan, ocultan tras la impunidad social de la que gozan sus impulsos tibios, sus excesos de azucar, de tinto, se destruyen con el aire digno de quien tiene la razón, se quejan, incluso, en momentos de ira o profunda desilusión, maldicen, quizá algunas pocas aún piensen en sexo, fantasien con jovencitos, con roja carne tierna, rueguen, padezcan la virilidad, los juegos desfogados de las adolescentes, pocas podrán todavía sorprenderse, casi ninguna hará algo al respecto, pero todas salen a votar, votan por algún caballero gentil, impecable, decente, bien hablado y creyente, defensor de los principios, de la moralidad, astuto cabalgante de su imagen, valiente adulador de su propia poesía, varonil y vestido con gusto, con tacto, con regularidad.
ellas juegan al parqués en las tardes cuando el cielo brilla aranjado y violeta, no se percatan de las ventanas, el choque de los dados contra el vidrio alimenta las horas, las monedas que viajan alegres y serenas (que estupidez la mía de decir que las monedas sienten alegría o serenidad, pero pecaría tambien si me convenzo y con ello talvez al lector si opongo a esta idea la de que las monedas son objetos inanimados incapaces de percibir sensanciones) de cenicero en cenicero, de mano en mano, fichas que se matan, que se tragan mutuamente, hombrecitos de color que se arrojan a la carcel entre sí, para satisfacer a quien arrojalos dados, a quien juega, cuando manifestarán su inconformismo los hombrecitos encarcelados en el tablero, obligados a correr a muerte por un color, con el único consuelo de dar la vuelta y esperar a los suyos en el cielo, hubo un día en que entraron en paro, caminaron desnudos e inmovilizaron el juego, bloquearon los seguros, las salidas, las señoras procuraron disimularlo, hacer como si no lo notaran, actuar, siguieron jugando, mantuvieron forzadas a las fichas por un tiempo.

la gente que no come tan bien tuvo que entrar por la ventana.

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