miércoles, agosto 15, 2007

Sien, Cabeza. Cien, Cientouno, Siento dos, Sienta tres.

Empeze a trabajar en un restaurante en Napoles, el idioma cada vez lo domino mas, alquile una pieza barata y me encontre uun escrito en un cajon, quize leerlo, cosa que se me dificulto porque la luz era tenue, asi pues, me acerque a la lampara de la mesa y lei:

Escribo a la tierna edad de cincuenta años, con una vieja cancion de Ray Charles sonando en la radio, estas emisoras ya no valen la pena, ahora se necesita permiso para portar un instrumento musical. Ahora que escribo algo nuevo, pienso archivarlo, y he guardado lo que escribo por cincuenta años en el mismo cajon, cada vez me gusta menos lo que escribo, no quiero perder lo que escribo, hay que pelear por la memoria, por la historia, no hay que perder la sabiduria de años anteriores, quiero que mis escritos se queden en mi cajon y que algun dia mi nieto los abra y se haga millonario o los vuelva a guardar, mis escritos van a ser un viaje al pasado, mis escritos son la memoria del mundo. 1967

Entendi poco aquel extraño texto, pero meses despues cuando, recojia mis cosas para mudarme a Milan, encontre unos zapatos negros debajo de la cama con un papel adentro de ellos, cuando transcurria Agosto de 2007, el papel firmaba justo el dia que lo lei:

90 tristes años de edad, regale mis textos al incierto destino de convertirse en anonimos, aunque pues muchos peleen por la memoria, vale la pena tambien aveces pelear por el olvido.

Deje los zapatos a un lado, y me recoste en la cama a vivir, no a pensar, ni a analizar, no le busque razon a nada, no argumente nada, no hize calculos, solo vivi, respire y senti. cosa que jamas habia hecho... en 90 años.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Chiko que lindo! que chevere cuando cambiabas de escribir a escribir lo que alguien lee. Besos(K)