miércoles, noviembre 19, 2008



Los Dioses de los Hombres o los Hombres de los Dioses
Paralelo entre dos hombres protagonistas de dos mitos fundacionales: La Ilíada y la Santa Biblia, Jesucristo de Nazaret y el Pelida Aquiles.

“En el centro de tal creación literaria aparece siempre el radiante héroe y vencedor aureolado con el resplandor de sus armas y de sus hazañas, pero se encuentra ante el fondo oscuro de la muerte cierta, que también a él le arrebatara de entre sus alegrías para sumirlo en la nada o para llevarlo a un lóbrego mundo de sombras no mejor que la nada absoluta.”
Albin Lesky

A fuerza de la cruel dicotomía.
Ambos deambulando vagamente por la línea divisoria entre lo humano y lo divino, ambos padeciendo entre mortales mismas muertes de hombres, muertes, que a la larga, serian los detonantes de sus inmortalidades, de sus memorias que perduran aun en el nefasto rio de los tiempos. Aquiles y Jesucristo, ambos protagonistas de mitos fundacionales, traducidos en obras literarias que con el paso del tiempo se han tornado pilares fundamentales del desarrollo de la cultura humana, La Ilíada y la Santa Biblia, el primero: “Dice del coraje de los héroes que matan con sencillez; el sacrificio voluntario de los defensores de la patria, el dolor de las mujeres, el adiós del padre al hijo que lo continuara; las suplicas de los ancianos. Muchas otras cosas dice: la ambición de los jefes, sus codicias, sus querellas, las injurias con que se cubren y también su cobardía, la vanidad, el egoísmo al lado del valor y la ternura. La piedad, más fuerte que la venganza”. La Santa Biblia, por el contrario no centra su valor narrativo en los hechos, sino que se apoya en lo simbólico para producir un lenguaje especifico, cuya intención quizá desconocida, ha sido interpretada (como toda obra literaria y mito fundacional) de diversas maneras, sin embargo, La Ilíada también goza de grandes cualidades simbólicas, Homero se permite describir una suerte de “predicción” cuando narra la aparición de un águila apresando con sus garras a una serpiente en el campo de batalla, y del mismo modo, la Santa Biblia tiene grandes e innegables atributos narrativos, acompañados por supuesto, del marco simbólico previamente mencionado.

“Moisés extendió su brazo sobre el mar, y el señor envió un fuerte viento del este que soplo durante toda la noche y partió el mar en dos. Así el señor convirtió el mar en tierra seca y por la tierra seca lo cruzaron los israelitas, entre dos murallas de agua una a la derecha y otra a la izquierda”. Éxodo 14, 21.

Se puede evidenciar un fuerte contraste generado por la visión paralela de los dos textos, la Santa Biblia, que ha sido clasificada y dividida a lo largo de la historia en dos partes: Antiguo Testamento y Nuevo Testamento, tiene una particularidad que la convierte en un documento único, su indefinido y alto número de autores, mientras que La Ilíada, es atribuida (por lo menos en su mayoría) a Homero, cabe mencionar, sin embargo, que la existencia del poeta ha sido cuestionada por algunos conocedores de la literatura griega, pero en su gran mayoría de casos, se concluye que determinadas partes del contenido del poema épico fueron escritas por autores diferentes a Homero, aunque este sigue conservando (aunque sea culturalmente) la mayor parte de la autoría del texto. El antiguo testamento se fundamenta en la creación y el establecimiento en “Tierra santa” del pueblo israelí, el nuevo testamento es la recopilación de testificaciones acerca de fragmentos de la vida de Jesucristo de Nazaret, mesías de la religión Cristiana, donde ha conservado pero a su vez sido relegado por otras religiones de su posición como: hijo de Dios.

El presente documento pretende sentar un paralelo, guiado y estructurado por diversos puntos de encuentro, no entre La Ilíada y la Santa Biblia, sino comparando a los dos personajes que son protagonistas y cuyas acciones son el hilo conductor de los desarrollos espacio-temporales en ambos textos. Jesucristo y Aquiles son comunes entre si por voluntad propia, por sus decisiones como hombres errantes, pero como sus actos puros y complejos como descendientes divinos.
El suceso que permite ligar las acciones de ambos y establecer comparaciones es “El amor a la gloria que eleva al hombre a la altura de los Dioses”, Dioses que en ambos casos son simultáneamente serenos pero celosos, en cierta medida caprichosos, indiferentes para algunos humanos pero parciales para con otros. El cristianismo, aunque ha sido calificado como dogma monoteísta (a diferencia de las inclinaciones religiosas de la cultura griega que surgieron y se establecieron desde el politeísmo), goza sin embargo, de presencias divinas múltiples como lo es claramente la Divina trinidad, el surgimiento de profetas o seres cercanos a Dios (o ¿a los dioses?), la presencia divina en la feminidad de la Virgen María, aunque muchas religiones que han surgido de las amplias y diversas interpretaciones de los textos bíblicos afirman que María no debe ser considerada una presencia santificada y por lo tanto no debe ser “adorada”.
“El amor a la gloria que eleva al hombre a la altura de los Dioses” es el punto de unificación entre la vida de los dos héroes, además de sus cualidades como respectivos “héroes” que los acerca aun mas entre si, en la mitología griega los “héroes” deben ser virtuosos, superiores al hombre común, de descendencia divina, es decir de presencia semidivina (unión entre un Dios y un mortal), actuar con gran carácter, jamás arrepentirse de lo hecho, y lo que da la oportunidad del análisis y de la comparación cultural en dos contextos tan distantes el uno del otro: Al asumir (al menos en las obras presentadas La Ilíada y La Santa Biblia) posiciones como humanos, son por lo tanto mortales, vulnerables y capaces de errar, o mejor, incapaces de no hacerlo.
Jesucristo, es presentado en la biblia como el más virtuoso de los hombres, sin embargo: hombre, superior a los hombres comunes, hijo de Dios, nacido de una mujer mortal, se le podría entonces atribuir la categoría de semidivino, puesto que actuaba bajo la orden y voz de “su Padre Santo” sus actos carecían de maldad, por lo que resulta imposible que se arrepintiera o se retractara de alguno de estos, y sin embargo, dada su condición humana: necesariamente erro, peco y se equivoco, en la Biblia se establecen puntos que lo distancian de su padre, quiebres de sufrimiento y desmesura, no cabe duda de que un personaje con las características de Jesucristo llenaría puntualmente las cualidades tanto virtuosas como viciosas de un “héroe” en la tragedia griega, e igualmente no es del todo descabellado, mencionar que Aquiles, quien “se sacrifico por el amor que sentía por Patroclo” y este amor a su vez es comparable al amor que Jesucristo sentía por su discípulo predilecto: Juan, y comparable incluso a la causa misma, (expresada en la Santa Biblia, al igual que el mencionado amor hacia Jesucristo por Juan) de la muerte del mesías: Por amor a todos y a cada uno de los hombres: sacrificándose, seria salvada la humanidad de sus pecados, de sus errores (Como el cometido por Patroclo al volver necio a la batalla, vestido con las armaduras de su amigo, después de las advertencias del mismo, que podrían asociarse a las advertencias de Yavhe en el Antiguo Testamento, referencia a los mandamientos, cuyo incumplimiento fueron la causa principal del envió de su hijo a la tierra, no solo de su venida a campos mortales, sino de su fallecimiento en los mismos, pasión y muerte). El héroe griego tiene características de carácter que pueden adaptarse al prototipo de “mesías cristiano” elaborado a lo largo de la historia por las transformaciones culturales, un salvador audaz, inteligente, fuerte de espíritu y noble de corazón. Ambos murieron relativamente jóvenes, ambos fueron asesinados, ambos lograron la divina gloria en sus lechos de muerte, y solo la lograron por el hecho mismo de sus muertes, interpretando, la experiencia de la resurrección de Cristo, no como un hecho científicamente comprobable sino como una simbología, de lo mismo que se quiere dar a entender con “gloria”: Gloria para y por la muerte, perpetuidad en la memoria del pueblo, trascendencia histórica y engrandecimiento de la figura individual. Tanto Aquiles como Jesucristo eran conscientes de sus muertes tiempo antes de que estas se llevaran a cabo, del mismo modo, ambos decidieron asumirlas y enfrentarse a los hechos ya conocidos previamente que los llevarían a sus determinados asesinatos, Aquiles regresando a la batalla por decisión propia y voluntaria, inundado por una ira funesta, advertido pero decidido. Jesucristo de igual manera, regresando (nótese la importancia del detalle de que ambos fueron muertos “regresando”) a Jerusalén cuando fue recibido por el pueblo en el “Domingo de Ramos”, igualmente advertido pero decidido.
Las condiciones semejantes de ambas muertes arrojan consecuencias que también sortean particulares parecidos, el dolor de madres, madres divinas, Tetis y la Virgen María, ambas conocían igualmente el destino terco de sus virtuosos hijos, ambas incondicionales, cabe mencionar que el destino o el pre establecimiento de los sucesos que ocurrirán, es un factor presente tanto en los textos bíblicos como en los poemas épicos griegos.
La intercepción y la influencia divina en las vidas tanto de Jesucristo como de Aquiles es fundamental, Aquiles pide alientos a su madre Tetis cuando la gallardía de Agamenón lo ofende, causando así su cólera descarriada, también cuando Patroclo muere y Aquiles se ve desconsolado, solitario y desalmado por la ira (cólera también presente en el Hijo de Dios, cuando ve el templo atestado de vendedores y de comerciantes, enfurece, rompe y golpea a todo cuanto ve en su camino. Este acto, el de enfurecer, romper y golpear todo cuanto aparezca en el camino recuerda inmediatamente a la ceguera irascible con la que Aquiles salió en busca de Héctor para vengar a su más amado amigo.) Jesucristo pide también alientos a su Padre, cuando el miedo antes de morir lo ahoga en el “Monte de los Olivos”, podemos observar esta imagen explícitamente y bien llevada a cabo como realización cinematográfica, representada en el filme Passion of Christ de Mel Gibson. Jesucristo incluso niega el apoyo incondicional de su Padre, cuando se cuestiona en la cruz por su abandono. Padre mio, ¿Por qué me has abandonado?
Por este motivo, la posición de las deidades cuando interfieren (en ambos casos) con los asuntos humanos es definitiva y determinante en el desarrollo de los factores que hilaran la narración del texto bíblico o del poema épico.

“La situación del hombre heroico ante la vanidad de todo lo humano adquiere en Homero un complemento, por el contraste que en su obra se observa entre el ser humano y los Dioses. Los Dioses inmortales pueden, cuando quieren inclinarse benévolos hacia el mortal, ayudar en ciertos momentos de apuro, pero en cualquier omento pueden aparatarse de él y hacer que aparezca visible el abismo insondable que se abre entre su bienaventuranza y los padecimientos de los mortales. De la misma manera que en el primer canto de La Ilíada se queje Hefestos de que la lucha por los míseros mortales perturba el banquete de los Dioses, así Apolo, en la batalla de los Dioses, se niega a pelear con Poseidón a causa de este linaje perecedero. Pero esta lucha de los dioses entre si ya no es una pelea caprichosa, una diversión para el padre de los Dioses. Los hombres luchan en esta palestra con todo lo que poseen, con todo lo que pierden al morir.”
Quizá la mayor divergencia que se presenta esta descripción de Lesky, con las deidades presentadas en la Santa Biblia, es que estos Dioses tienen como único propósito ser participes de la vida humana, Dios, según los textos bíblicos, creo a los hombres a su imagen y semejanza, y creo al mundo para que albergara la raza humana, mientras que en Grecia, los Dioses son indiferentes en algunos casos a los asuntos humanos, incluso, los humanos son los que darán la palabra final ante situaciones divinas, como es el caso de la manzana de Paris, brindada por Afrodita, la Diosa más bella del Olimpo por desicion del mismo Paris. Causante y precedente de la Guerra de Troya.

Fue ya nombraba la influencia femenina como figura materna en la vida de los dos héroes, sin embargo, la figura de mujer, como amante, es principalmente importante, pues la relación carnal (que no está registrada en la Santa Biblia, pero que sin embargo es utilizada desde diversos putos de vista por diferentes autores como es el caso de Marguerite Yourcenar) humaniza aun mas a los descendientes divinos, sus pasiones, sentimientos y sensaciones están ligadas indudablemente al pecar, a la Hybris tragica, a lo desenfrenado, a lo humano, al sexo, al hambre, a los placeres mundanamente humanos y descaradamente divinos.

Ambas amadas, ciegas por crudeza y en silencio, observando inmóviles, pereciendo con su héroe una muerte que no les correspondía, pero que se les hizo propia por voluntad. Briseida y María Magdalena, una raptada y después vuelto a raptar de su raptor, la otra impura pero a su vez mas pura que la pureza misma, Yourcenar nos brinda un visión distinta, pero igual de verosímil. Nos humaniza aun mas a los hombres que con vestigios divinos confunden al destino y arrastran a la luz verdades que nos ocultan las virtudes de estos hombres pecadores.

Los héroes enamorados son vulnerables, apasionados y enfurecidos, Yourcenar nos muestra hombres, que lloran, que ríen y que pecan. Aquiles, oculto entre la agobiante presencia femenina antes de arrojarse a su vacio, de acudir a la guerra que seria para el muerte y apogeo. Jesucristo, como el cuerpo entero y la piel del Hijo de Dios. Pieles que sucumben ante caricias, Dioses que se pierden en una mirada altiva, casi altanera, Dioses mas humanos que la mentira.
“Aquiles se subió al cable de las Parcas con los brazos abiertos, sostenido por las alas de sus chales flotantes, protegido como por blanca nube por las gaviotas de su madre marina. De un salto, aquella muchacha despeinada en quien nacía un dios subió a la popa del navío. Los marineros se arrodillaron, prorrumpieron en exclamaciones, saludaron con maravillados exabruptos la llegada de la Victoria. Patroclo abrió los brazos, creyó reconocer a Deidamía; Ulises movió la cabeza; Tersites se echó a reír. Nadie sospechaba que aquella diosa no era una mujer.”
La obra de Yourcenar nos revela un desarrolla distinto de ambos héroes y su entorno, asocia y contrasta la presencia femenina en la vida de el guerrero mediante Aquiles o la mentira y la del mesías con María Magdalena o la salvación. Yourcenar habla del cuerpo como medio para transmitirse y retransmitirse a un mundo humano habitado por descendientes de los Dioses.
“Un corazón es tal vez algo sucio. Pertenece a las tablas de anatomía y al mostrador del carnicero. Yo prefiero tu cuerpo.”
Aquiles o la mentira, "Fuegos". Marguerite Yourcenar
“Dios mío, en vuestras manos pongo mi cuerpo.”
Maria Magdalena o la salvacion, "Fuegos". Marguerite Yourcenar

Tanto Aquiles como Jesucristo se detonan como virtudes sórdidas de carne que obedecen por un lado a sus rasgos divinos y por el otro a instintos que se abrazan con lo ambiguo, ambos protagonistas de sus mitos fundacionales, pero antagónicos y virtuosos de sus mundos desaforados, héroes engrandecidos que perduran en la historia, glorificados, pues de lo contrario, estas palabras no hubiesen sido escritas.
Victimas de sus vidas, dueños de sus muertes, asesinos de sus propias extinciones, hacedores de sus suicidios premeditados, dolorosos y recompensados. Poseedores de la historia por voluntad y por vicio, decisivos y explosivos, cautivantes. Aparece siempre en el centro de sus herencias literarias, de su permanencia en vida sin seguirla viviendo, radiantes héroes y vencedores aureolados con el resplandor de sus armas y de sus milagros, pero se encuentran ante el fondo oscuro de la muerte cierta, que también a ellos les arrebataran de entre sus alegrías para sumirlos en la nada o para llevarlos a un lóbrego mundo de sombras no mejor que la nada absoluta: La gloria.





Bibliografía
La Tragedia Griega”, Albin Lesky. Editorial Labor. 1966.
Historia de la Literatura Clásica I – Literatura Griega”, P.E. Easterling y B.M.W. Knox. Editorial Gredos. 1990.
Fuegos”, Marguerite Yourcenar. Alfaguara. 1974.
Apuntes de Literatura para el Sexto Grado de Enseñanza Media”, Jorge Duran Vélez. Ediciones Rosaristas. 1979.
La Iliada”, Homero. Catedra. 1989.
La Sagrada Escritura: Dios Habla Hoy”. Norma. 1996
"Passion of Christ", Mel Gibson. 2003.
“ De Cruces, Clavos y Teologias”, Juan Carlos Rodriguez. 1977.

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